«Mi sueldo de cartero no está congelado, está criogenizado»
La paulatina reducción de plantilla en un oficio tocado por las nuevas tecnologías ha quedado en evidencia este verano con un servicio de Correos sumido en el caos
Actualizado:Hace unos años, el sueño americano no tenía nada que ver con el sueño español. Aquí cualquiera anhelaba la seguridad del puesto del funcionario, que además solía estar mejor remunerado y dotado de condiciones más ventajosas que si se ejercía la misma función en el sector privado. Pero el sueño español despertó a una realidad bien distinta con la llegada de los primeros alientos depresivos de la crisis.
Así, un cartero funcionario con 25 años de antigüedad hoy en día gana al mes 1.180 euros, complementos y trienios incluidos. En el caso de estos empleados públicos, los recortes de plantilla han dejado bajo mínimos las oficinas. Este proceso de reducción de personal ha eclosionado sumiendo algunas unidades en el caos.
Recientemente una denuncia sindical confirmaba los efectos del tijeretazo: en la oficina de la capital había 8.500 objetos sin repartir por falta de manos. El colectivo que nunca se ha caracterizado por la protesta, está en pie de guerra. Uno de sus guerreros es Mario Pecino, responsable provincial del sector de Correos en el sindicato mayoritario dentro de la función pública, el CSIF.
- ¿Tiene futuro el oficio de cartero o se está viviendo un proceso imparable que acabará con su desaparición por las nuevas tecnologías?
- Por muchos avances tecnológicos, no podemos olvidar que Correos es el prestador del servicio postal universal en España. Todos los ciudadanos tienen derecho a recibir en su domicilio la correspondencia. Aunque haya un solo ciudadano que demande recibir sus cartas en su casa, se le debe prestar ese servicio.
- Por ahora, hay correspondencia que sigue muy alejada de la comunicación vía email como las notificaciones judiciales. ¿Es vuestra tabla de salvación?
- No es que sea una tabla de salvación, es que el cartero es el único funcionario que puede dar fe de que un ciudadano ha sido notificado en su domicilio. Es una función que no puede y no se va a perder.
- 1.180 euros por 25 años de carrera como funcionario no es para tirar cohetes, ¿cómo se ha llegado a esta situación?
- Yo siempre digo que mi sueldo no está congelado, está criogenizado. Llevamos años sin ninguna actualización salarial y sufriendo los recortes en la nómina como cualquier funcionario. Calculamos que hemos perdido entre 300 y 400 euros al mes. Como ve, ser funcionario de carrera no es ningún chollo.
- Con las últimas denuncias sobre el colapso del servicio en algunas unidades (oficinas), ¿se ha mejorado en algo la situación?
- Con la llegada del verano, la situación no ha mejorado, sino todo lo contrario. No se están cubriendo las sustituciones de verano y esos huecos se suman a los que ya se arrastran con la amortización de plazas por jubilación o comisiones de servicio.
- ¿Cuándo fue la última vez que hubo una oferta de empleo pública en Correos?
- Los últimos funcionarios entraron en 1999. Desde entonces, solo se han creado puestos de laboral fijo. Pero hace ya varios años que no se convocan exámenes para poder acceder al menos a esa vía. Por eso, junto a la subida salarial, la otra gran demanda es la consolidación de puestos de trabajo. Hay oficinas como la de Algeciras que no tiene ni un titular de sección.
- Estos recortes obviamente repercuten en la calidad del servicio que recibe el ciudadano, ¿cuénteme algunos de los casos más sangrantes?
- Pues imagínese que se entregue un aviso de corte de luz para el día 2 y es ya día 6. O una citación médica que se entrega una semana después de la fecha que debía ser atendido el paciente. Son solo algunos ejemplos que enervan al ciudadano y con razón.
- En las últimas denuncias sindicales, habláis hasta de agresiones a carteros, ¿se ha convertido en una profesión de riesgo?
- El cartero es la persona que tiene delante el usuario y con quien descarga su frustración. Sí se han producido episodios de agresiones lamentables. Quién lo ha visto y quién lo ve. El cartero ha pasado de ser una figura entrañable, emblemática, a ser el blanco de las iras.