El dilema catalán a fecha de hoy consiste en elegir entre el colectivismo populista o el colectivismo nacionalista. Las grandes afectadas, España y la libertad. Los populismos deben ser entendidos como estrategias que permiten el asalto al poder y a continuación su conservación. El mensaje, el bien del pueblo, en cuanto considerado en situación de minoría de edad y estado de tutela permanente. La gran damnificada, la libertad. En eso consiste la alienación del individuo.
El colectivismo populista termina confundido con el Estado, de igual modo que el otro colectivismo nacionalista. Lo más parecido a todo esto, es la situación antitética a la originada después de la II Guerra mundial, con la construcción de Estados multiétnicos, en los que en sus proyectos constituyentes, prevalecía por encima de todo el llamado estado de derecho, donde la Ley como expresión de la voluntad popular, garantizaba, como no podía ser de otra manera la libertad individual. Pero la catástrofe entonces vivida, parece no haber sido suficiente.
El populismo y el nacionalismo, de marcado carácter demagógicos, invaden nuestro país. Mas y Junquera irán juntos a unas elecciones, en unión del pueblo representado por dos asociaciones civiles, regadas con dinero público y seguro que con el de las comisiones también, desde época inmemorial, en caso contrario no existirían, al menos tal y como hoy se conocen. Son partes indisolubles, como también lo son ciertos partidos políticos catalanes del execrable 3%. La cifra es sólo enunciativa, ya que todo indica que la cantidad era sustancialmente mayor. La lista única, partidos y pueblo revueltos, evocan una situación totalitaria por excelencia. Lo colectivo desbanca al individuo. Lo identitario acaba con lo personal. La ciudadanía, cuando no la vecindad, se identifican con nacionalidad.
Pero lo incomprensible, es el desprecio que hacen al resto del pueblo español, en el que lógicamente se integran. Es el desprecio a ellos mismos. Es el desprecio a la Ley. Es el desprecio a las esencias de la democracia, entendida esta como como el respeto a la Ley, esencia de la soberanía y por ende de la voluntad popular.
Anuncian sin ambages un rosario de medidas «legales», sí el escrutinio electoral del 27-S es favorable. Anuncian sin pudor la ruptura del orden constitucional. Anuncian el fin del Estado español en el territorio de la comunidad autónoma. Anuncia un golpe de Estado. Anuncian un golpe al Estado español. Anuncian la destrucción de España. De momento sin enseñar sus cartas, en función de sus apetencias y sin calibrar por lo tanto los daños colaterales al resto del Estado. ¿Qué es si no la llamada declaración unilateral de independencia?
Este contubernio creado y en que consiste esa lista única, presupone la consecución de su objetivo político, la independencia, rompiendo la legalidad existente. Todo un exabrupto de intolerancia, conductas antidemocráticas y totalitarias. Parten de una premisa falsa, el sujeto de la soberanía no es la suma de los sujetos tenedores de la vecindad civil, como estatus que tienen todo los españoles a través del cual, quedan adscritos a una determinada comunidad territorial. El único sujeto soberano es el pueblo español, del que emanan todos los poderes. Correspondiendo al Gobierno de la nación la defensa del Estado y la garantía y defensa de la integridad territorial y el ordenamiento constitucional, a través de las fuerzas armadas. Al menos espero que no existan restricciones presupuestarias para alimentar adecuadamente a mi admirada y querida cabra de la legión. Rezo porque se encuentre en plena forma, como el toro de Osborne.
