«No tengo la impresión de que se quiera traer a los expatriados»
Chiqui Esteban es el responsable de Arte, Gráficos y Mapas de National Geographic y estaba en el Boston Globe cuando el atentado del maratón, ganando un Pulitzer
Actualizado:Tiene ya 75 premios internacionales de infografía entre los que se encuentra el Malofiej, SND o el European Newspaper Design. Puede decir que ganó un Pulitzer, el máximo reconocimiento al trabajo periodístico, por la cobertura que el Boston Globe hizo del atentado del maratón, momento en el que era director de gráficos de la edición. Y desde hace poco Chiqui Esteban es el responsable de Arte, Gráficos y Mapas de National Geographic.
–¿Considera que es uno de esos talentos que se tuvieron que ir y que ahora se quieren recuperar?
–No, porque no es que me tuviera que ir. Tuve la suerte que no han tenido muchos de poder elegir irme. Me apetecía un nuevo reto, aprender otros sistemas, conocer otras culturas, y me llamaba mucho el mundo del periodismo de Estados Unidos. Si hubiera seguido en mi puesto seguramente habría tenido que cambiar de trabajo y quién sabe si emigrar a la fuerza, pero la verdad es que fue una elección. Del mismo modo, tampoco me da la impresión de que España esté en la fase de recuperar expatriados aún.
–¿Cómo ve el periodismo en España?
–Visto ahora desde Estados Unidos, los veo dos trabajos muy distintos. España tiene un periodismo mucho más pegado a las noticias del día, EE.UU. al reportaje. España se nutre mucho de declaraciones de políticos, cosa que aquí apenas tiene presencia en los medios. En España los periódicos son más parecidos a boletines de radio al día siguiente, en Estados Unidos son revistas diarias.
–Trabajaba en The Boston Globe cuando la explosión del maratón. ¿Cómo se vive una jornada tan dramática?
–La verdad es que fueron unos días tan difíciles como apasionantes. Es algo que pasaba al lado de tu casa en una de las ciudades donde menos te lo puedes esperar, porque Boston es muy tranquila, en una jornada que es algo muy propio de la ciudad. Es como si hubiera pasado en Cádiz durante la Final del Falla o en la procesión del Nazareno, por poner ejemplos.
Periodísticamente fue muy exigente, pero una experiencia inolvidable el ver trabajar a una máquina periodística tan bien engrasada como el Globe, que hizo un trabajo sublime. Personalmente, un poco difícil porque no sabía si iba a volver a casa y Tsarnaev iba a estar escondido en mi garaje, o cuando estaban tirando bombas por Watertown, había gente en el periódico que tenía a sus familias allí.
–Cuando uno se marcha, ¿valora su tierra de otra manera?
–No creo que valore más o menos Cádiz ahora que estoy fuera. Sigo viendo lo mismo bueno y malo que veía cuando trabajaba allí. Uno descubre que Cádiz tiene cosas muy buenas que echas de menos en Estados Unidos; también descubre que hay vida más allá de Puerta Tierra y que eso de ‘esto sólo pasa en Cádiz’ no suele ser verdad.
–Ha cambiado de forma continua de trabajo. ¿Es bueno no acomodarse y plantearse nuevos retos?
–Al principio fue la mejor manera de avanzar y aprender nuevas cosas. Tuve suerte de que me propusieran cosas nuevas y cuando veía que había potencial para seguir aprendiendo, aceptaba. Y creo que me ha venido muy bien y me ha ayudado a ser un periodista mucho más completo, gracias a las distintas experiencias en cada lugar y las particularidades de cada puesto.
En los últimos trabajos ya pensaba que mi idea era quedarme allí para siempre, pero al final llegaba una oferta que era imposible rechazar. Por ejemplo, mi puesto de ahora en National Geographic, que ha sido siempre junto a The New York Times la cumbre de la infografía. A uno le ponen delante el cuadro amarillo y a ver como dice que no.
–El mundo gráfico, ¿hacia dónde evoluciona?
–Todavía estamos todos buscando el lenguaje de la era digital. Hemos pasado del gráfico animado a la visualización con millones de datos y ahora vamos más a la experiencia localizada y muy editada.