Jerez

Un gran pregón, disfrutado de principio a fin

José León, rociero sevillano criado en Villanueva del Ariscal, llena de emoción y sentido la Real Bodega de La Concha

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José León, pregonero del Rocío de Jerez de 2015, y rociero sevillano criado en Villanueva del Ariscal, llegó ayer viernes a la Real Bodega de La Concha, para luego ver, y después triunfar, cual Julio César a la conquista del imperio acunado en las almas de los romeros jerezanos, haciéndolo además, teniendo como única arma el disfrute con mayúsculas, el que fue capaz de derrochar a borbotones sobre el escenario, y tras el atril.

Un triunfo clamoroso, como el que imaginaria de chaval, cuando siendo novillero tuvo la dicha de torear hasta tres tardes en la Maestranza, y que se abrió con el despeje de plaza que le hizo Álvaro Domecq Romero, un verdadero experto en presentaciones, quien no dejó pasar su oportunidad de disponer al público para todo lo que llegaría después.

Y lo que llegó, fue simplemente, un Pregón con mayúsculas, contado, recitado y cantado, por un pregonero con más de veinte pregones a sus espaldas, un profesional en todos los terrenos y distancias, que antes de salir al ruedo de la palabra, tomó su capote de folios para marcharse a porta gayola, citando la suerte de su obra junto a dos magníficos piteros, montando un auténtico lío nada más comenzar.

Tras este inicio, más candela. Primero, contestación fabulosa a su presentador. Luego, brindis por 'Toto' León, con una buena copa de Viña AB, y de cierre, canto airoso a la Real Bodega de La Concha, para iniciar a partir de entonces, el habitual recorrido cronológico por el camino de la Hermandad del Rocío de Jerez. Todo parecía previsible, pero ni mucho menos lo iba a ser, puesto que fue entonces cuando José comenzó a trazar detalles de grandeza en su pregón, los que viajaron desde la paloma que en su día peregrinó al Rocío en la carreta del Simpecado, hasta el canto que hizo a las peñas rocieras jerezanas, poniendo al personal en pie, entre una clamorosa ovación por bulerías.

Ya por entonces, quedó claro que este hombre venía a Jerez a pasárselo en grande, acompañado por un grupo de amigos, el grupo 'Caléndulas', que no venía simplemente a acompañar, sino más bien a recitar pedacitos del mismo pregón, bien por sevillanas, bien entre fandangos o arpegios de guitarra. Sensacional.

Así llegaron más detalles inolvidables, recitados con una fuerza y un empaque, absolutamente arrebatadores: una fantasía dedicada a un potrillo marismeño, una letanía preciosa, inspirada en vocablos camperos y marianos, la entrada de Jerez por la Aldea. o la lista completa de hermandades filiales, recitada por bulerías de una forma genial.. ¡un auténtico disparate!

Y se acabó. Dos trincherazos por lo bajo antes de entrar a matar, mientras dibujaba con la palabra, el regreso del Rocío tras los días grandes de romería, y estocada final en todo lo alto, gritando con voz desgarradora y flamenca, un final de esos que duelen, dedicado al nombre inmortal que da sentido a todo: Jerez de la Frontera.

Pocas veces se ha visto tanto temple, manejo y dominio, sobre el tablao de La Concha, y pocas veces más se verá. Porque pregones buenos, como éste, tendrán que llegar, pero será complicado que haya pregoneros que sean capaces de llenar la escena, con el poderío con el que lo hizo este gran señor de Villanueva del Ariscal, que se llama José León.

¡Un pedazo de pregonero!

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