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El otro precio por un alijo de hachís: cinco años de cárcel y a punto de perder la vida

La Audiencia Provincial condena a nueve personas por un alijo de 1.840 kilos de hachís interceptado en Barbate; uno de ellos fue mutilado por la hélice de una lancha

silvia tubio
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Joaquín Manuel A. R. resultó gravemente herido hace tres años tras saltar de una neumática en marcha. Intentaba escapar de la Guardia Civil. Había viajado desde Marruecos junto a otras tres personas y 59 fardos de hachís. El plan era descargar la mercancía en el puerto deportivo de Barbate. Allí otros trasladarían la mercancía a un camión isotermo que daría la apariencia de ser un transporte más de pescado. Pero la Benemérita destrozó la planificación cuando apareció en escena.

Cuando desde el agua, dos de los ocupantes de la lancha vieron que los agentes se echaban encima de los que estaban en el muelle, dirigieron la nave hacia la playa de la Hierbabuena. Saltarían al agua, llegarían a nado a tierra y se adentrarían en el parque natural de La Breña. Una masa forestal que ha servido de escondite en multitud de ocasiones a narcos e inmigrantes irregulares.

Pero Joaquín Manuel no pudo tocar tierra. Al saltar el agua, nadie gobernaba la lancha, que giraba enfurecida sobre si misma por el motor en marcha. La hélice le alcanzó una pierna y le seccionó un pie. Aquellos agentes de los que huía, fueron los que se lanzaron al mar para socorrerlo. Debido a la gravedad de las lesiones que presentaba, el helicóptero de la Benemérita que se utiliza para las persecuciones desde el aire, se transformó en un transporte sanitario.

Este gaditano salvó la vida aquel 19 de enero de 2012, pero de aquello sufre secuelas físicas. El mes pasado, además, tuvo que sentarse en el banquillo como uno de los once acusados de participar en la entrada de 1.840 kilos de hachís. La Fiscalía pedía para él cinco años y medio de cárcel por un delito contra la salud pública en cantidad notoria.

El tribunal de la Sección Tercera de la Audiencia lo ha condenado a cinco años. Solo seis meses menos que la pena impuesta al supuesto cabecilla del grupo, a la persona que organizó el alijo y había contratado a las personas que trabajarían aquella noche.

Cinco años de cárcel y poner en riesgo su vida fue el alto precio que pagó este gaditano, de 43 años y al que le constaban con anterioridad a este alijo antecedentes penales. Pese a su clara implicación en los hechos por cómo se desarrollaron los hechos de manera accidentada, su letrado pidió la absolución como el resto de procesados.

El tribunal solo ha absuelto a dos de los once acusados porque no ha quedado acreditado que participaran en el alijo. Uno de ellos viajó ese mismo día a Tánger junto a Joaquín Manuel y la Fiscalía lo considera la persona que lo acompañaba en la lancha cuando salieron huyendo.

Pero los agentes que declararon en la vista oral no pudieron identificarlo. Cuando se produjo el accidente que dejó malherido a Joaquín, parte del operativo de la Guardia Civil se centró en su rescate y fue aprovechado por el otro traficante para escapar sin ser apresado.

Para los otros nueve procesados, las penas oscilan entre los cuatro años y medio para los que aguardaban en el muelle para la descarga de los fardos; los cinco años a los pilotos de la lancha y la más elevada, cinco años y medio, para Diego N. B., de 51 años y natural de Barbate.

El cabecilla delatado

Según consta en la sentencia de la Sección Tercera, la Guardia Civil se centró en este vecino de Barbate a finales de 2011. Entre las informaciones que le habían llegado a los agentes estaba la de otro traficante, que en octubre de ese año cayó en un operativo del Instituto Armado.

Este individuo, que después en el juicio se desdijo de lo que le había contado a la Guardia Civil, le aseguró entonces a los agentes que Diego N. B. había sido la persona que había organizado el alijo. Además, cuando fue conducido a los calabozos, uno de los agentes le oyó decir que Diego le había proporcionado un abogado.

Las defensas trataron de anular el caso, atacando a la validez de esas informaciones como prueba ya que no habían sido conseguidas de manera regular. La confesión se produjo de manera espontánea sin la presencia de su letrado. Por eso, el instructor de la Benemérita no la incluyó en el atestado y la dejó fuera del material probatorio. El tribunal, por tanto, no lo valora como prueba pero reconoce que era un "fuerte indicio" para investigar a Diego N. B.

Las pesquisas dieron sus frutos pronto. Tres meses después, la Guardia Civil abortaba un alijo que según la sentencia, que no es firme, dirigió Diego N. B. Es el único que no fue detenido en el lugar del alijo. Pero el tribunal entiende que hay una serie de pruebas que prueban no sólo su participación en los hechos, sino también su papel de cabecilla.

En su vivienda encontraron una agenda con anotaciones sobre operaciones de droga, acompañadas del nombre de un conocido traficante de Barbate, el Chispas, quien aceptaba el año pasado una condena de tres años y medio de prisión por un alijo que fue interceptado dos meses después. Ambos traficantes comparten letrado.

Además de esa vinculación con el mundo del tráfico de hachís, uno de los detenidos confesó a la Guardia Civil quién era el jefe. Los agentes observaron cómo el camión frigorífico que iba a ser usado para transportar la droga salía de su casa.