semana santa

Una provincia de Pasión

Tres días que van desde la procesión del Viejo en San Fernando hasta la Madrugada de Arcos de la Frontera

C. cherbuy/j. cañas/p. heredia/a. romero
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La Semana Santa de Cádiz se vive con pasión en toda la provincia, desde la Sierra hasta la Bahía. En estos tres últimos días se han celebrado procesiones para el recuerdo desde Arcos hasta San Fernando, pasando por Chiclana o El Puerto de Santa María. Todas tienen su encanto y en todas se vive la fe a la manera más gaditana. Desde el Viejo de San Fernando hasta la Madrugada de Arcos de la Frontera, la Virgen de los Dolores de Chiclana o el Nazareno de El Puerto, infinidad de imágenes para disfrutarlas y recordarlas en los últimos tres días, previos al Domingo de Resurrección.

San Fernando

La jornada del Jueves Santo se dio la mano con el Viernes Santo por el Nazareno.

El conocido como el Viejo, el que hace unos años fue proclamado Regidor Perpetuo de la ciudad por la devoción que se le procesa. Su estación de penitencia es la más emotiva con especial atención a su salida y sobre todo a su recogida que se prolonga hasta bien entrada la mañana, ya que en los últimos tramos las saetas y el fervor del público apenas le dejan avanzar. Su recogida da paso al negro riguroso y en especial a las Dolorosas del Viernes Santo. La Soledad o María Santísima de los Desamparados son las que se llevan los piropos de unos isleños que ya tienen el regusto de haber vivido una de las Semanas Santas más intensa de los últimos años. Aunque también los pasos de misterio tuvieron su protagonismo, especialmente en el caso de Santo Entierro al presentar la restauración de su talla o del Santísimo Cristo de la Sangre, al cumplir los 25 años de su bendición. Más aún para el Cristo de la Redención que cumplía medio siglo. Por último, Rosario, la Virgen Blanca que tras una temporada de complicaciones y ausencia, ha conseguido volver a ser nombrada por su salida procesional y no por los problemas de la hermandad.

Chiclana

La devoción antigua del Nazareno marcó la Madrugá en Chiclana. Bellos instantes de fervor y devoción se vivieron en la localidad durante la noche más larga. Aunque el recogimiento lo puso otra hermandad. Hacía su estación de penitencia de nuevo la hermandad lasaliana que ya salió el Domingo de Ramos. Sin embargo, en esta ocasión lo hacía con un cortejo de luto y en silencio y presidiendo la procesión con la imagen del Santo Crucifijo. Un día más tarde, en la tarde y la noche del Viernes Santo, Chiclana se vistió de luto, sobriedad y clasicismo con la salida de dos hermandades. De un lado, el valioso Cristo de la Vera-Cruz que, junto a su misterio, bendijo a los presentes de la iglesia del Santo Cristo. En su paso dorado, sabía a tradición antigua, a recuerdos venidos de Ultramar. Pero no eran los únicos ecos del pasado. La jornada del Viernes también fue el momento de la estación de penitencia de la hermandad de la Soledad. La urna del Yacente y el paso con la Virgen de la Soledad al pie de la Cruz, cerraron los cortejos penitenciales en la localidad, a la espera de la llegada de la Resurrección.

El Puerto de Santa María

Un Viernes Santo de dolor y de recogimiento el vivido en la ciudad portuense. Comenzó con la madrugá de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de Los Dolores, que emprendió su penitencia a las 5.30 horas de la madrugada. Esta cofradía es una de las más queridas de El Puerto y que más personas atrae hacia la Iglesia Mayor Prioral para ver su recogida, como así fue. La plaza de España y las calles aledañas se encontraban llenas de personas que no quisieron perderse la entrada del Nazareno en la recién nombrada Basílica Menor, uno de los momentos más esperados. Con pasión y con una delicadeza exquisita los costaleros giraban el misterio para que el Cristo, que se encontraba encima de un monte de claveles rojos, se despidiera de sus feligreses un año más. Unos metros más atrás, María Santísima de los Dolores acompañaba a su hijo dirección al templo. En la entrada del mismo, los costaleros quisieron rendirle un homenaje meciéndola ante los aplausos de una plaza repleta. Horas más tarde, salía la Hermandad del Santísimo Cristo de la Vera Cruz por la calle Cielo desde la iglesia de San Joaquín. Las calles se llenaban de los colores de la cofradía, verde y blanco. Tras el paso del Cristo crucificado, iba el palio de María Santísima de Consolación y Lágrimas, donde se podía apreciar las bambalinas laterales ya finalizadas, una de las novedades de este año. Los sones estaban a cargo de la Agrupación Musical Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia, que estrenaron para la ocasión la marcha con el nombre, ‘A mi Cristo de la Vera Cruz’. Posteriormente, salió de la Iglesia Mayor Prioral la única hermandad que procesiona con tres pasos, ‘La Escalerita’, Nuestra Señora de la Soledad y el Santo Entierro. Un desfile procesional que impresiona a todos los visitantes por la seriedad y el silencio que reina por todas las calles de la ciudad a su paso.

Arcos de la Frontera

Una procesión de catorce horas que no dejó impasible a los arcenses. Arcos se entregó durante la Madrugada y la primera parte del Viernes Santo a su imagen más venerada, la del Nazareno. El Cristo, acompañado de la Santa Mujer Verónica y la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso, protagonizaron bellas imágenes en un casco antiguo abarrotado de arcenses y visitantes que hicieron noche en la calle para acompañar al Señor de Arcos. La procesión continuó en la Corredera donde, a eso de las cinco de la mañana, tras pasar por allí una larga cola de nazarenos y de personas de promesa, los Romeros de la Peña volvieron a cantar al Santo Las Plegarias que son tan esperadas por la población. Tras esta parada, el Nazareno llegó a San Francisco para bendecir este barrio. Volvió al centro y al casco antiguo para, a las claritas del día, adentrarse en un barrio de María Auxiliadora, el barrio Bajo, donde lo esperaban miles de arcense. Allí bendijo a La Caridad y a todo el pueblo desde la entrada del Puente de Hierro, para volver a su templo de San Agustín a eso de las cuatro de la tarde. Unas horas después, a las siete de la tarde, fue el Viernes Santo el que fue tomando forma. Las puertas de San Francisco se abrieron para que saliera a la calle el paso del Dulce Nombre y el de la Virgen de la Quinta Angustia. Este mismo pequeño Cristo volverá a ser protagonista con la procesión del Resucitado, ya que el Domingo de Resurrección se celebra en Arcos el Toro del Aleluya y no hay desfiles procesionales. A las 20.30 horas se abrió la Iglesia de San Pedro para que saliera el cortejo del Santo Entierro, que se completaba con la belleza de la Virgen de la Soledad.

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