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Un aprendiz de violador desenmascarado en Sanlúcar

Un joven bien parecido, de una buena familia, que consiguió sembrar el miedo entre la población femenina lleva más de medio año recluido en Puerto III

silvia tubio
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Cuando fue detenido el año pasado fue presentado ante el juez como una suerte de perturbado a quien le gustaba toquetear a las mujeres en la calle, pero que no había ido más allá. Sin embargo, una investigación policial confirmaría meses después que ese joven de apariencia agradable y conducta reprobable podía ser un violador en potencia que fue frenado a tiempo. El ADN puso sobre la pista a los agentes de la brigada de Policía Judicial de la Comisaría de Sanlúcar.

Sus iniciales E. C. N. son los únicos datos sobre la identidad de este agresor sexual que se pueden obtener por cauces oficiales. Esto es debido a que la mayoría de las agresiones que le imputan las cometió cuando era menor de edad.

Ahora tiene 20 años y pasa los días en un módulo del centro penitenciario más grande de la provincia, en Puerto III.

El jefe de la investigación que ha conseguido desenmascararle está convencido que si no hubiera sido arrestado, E. C. N. se habría revelado como un auténtico depredador sexual. Un detalle que no se le escapa a este funcionario policial es que en 2014, cuando fue detenido tras su último ataque, llevaba consigo un gel lubricante. "Estaba subiendo de peldaño y es muy probable que ya no se conformara sólo con manosear a las víctimas".

No llegó a usarlo porque fue sorprendido por la Policía Local cuando abordaba a su víctima por detrás. La tenía agarrada con fuerza y cuando empezaba a abusar de ella tuvo que salir corriendo por la llegada providencial de la patrulla. No fue lejos.

Durante la redacción del atestado, a la Policía le sonaba ese 'modus operandi'. Recordaba al que habían descrito otras dos mujeres que habían denunciado hechos similares en los primeros meses de 2014. Una de ellas lo identificó rápido cuando se colocó detrás del cristal en la rueda de reconocimiento. Había conseguido verle el rostro.

Otra, sin embargo, ni siquiera lo intentó. Cuando fue atacada la había lanzado al suelo boca abajo. Sin embargo, una testigo sí lo había visto antes de que huyera.

Esos testimonios fueron suficientes para que el juez ordenara el ingreso en prisión provisional de E. C. N. "Pero seguimos repasando casos antiguos porque ya sospechábamos que podían haber más víctimas. Su conducta denotaba cierta compulsión". Este inspector de Policía comenzó a repasar expedientes antiguos y observó que en 2011 había más de una docena de denuncias que no habían podido ser esclarecidas.

En cada una de ellas aparecían unos relatos con demasiadas semejanzas, aunque también con ciertas disparidades que impedían determinar con solvencia que E. C. N. era la persona que había estado actuando dos años antes.

De ser él, a los investigadores les llamaba la atención que hubiera estado en "el dique seco" tantos meses. Tampoco les ayudaba la edad del sospechoso. Si echaban la cuenta, E. C. N. tenía sólo 17 años cuando se produjeron esos primeros ataques. Si bien, las víctimas hablaban siempre de un chico joven, que se tapaba el rostro con un casco de moto, con acento de la zona…

Había otro detalle que generaba cierto desconcierto en el grupo policial. El agresor que había actuado en 2011 había seleccionado una zona muy concreta de Sanlúcar, desde la calle Ancha hacia el barrio alto. También parecía tener predilección por unos horarios muy concreto, la sobremesa o ya de noche.

Sin embargo, en los ataques de 2014 no se observaba ese patrón. Tampoco lo había en el perfil de las víctimas. La Policía había tomado manifestación a mujeres de 30,40 y más de 50 años. De distintas características físicas. Se hacía difícil dibujar un perfil.

La clave para resolver el acertijo la aportó la ciencia. Cuando E. C. N. fue detenido al estar imputado por delitos de carácter sexual, le tomaron una muestra de ADN que fue cotejada con restos recogidos en los escenarios de algunos ataques. Uno de los casos abrió la puerta al esclarecimiento de hasta siete agresiones.

Una de las víctimas se había defendido usando las llaves de su casa. El agresor resultó herido, dejando restos de sangre en el portal de la vivienda donde había abordado a la mujer. Esa sangre fue cotejada con la muestra tomada a E. C. N. y el análisis dio positivo.

Ni rastro de arrepentimiento

Cuando fue detenido en 2014, este joven sanluqueño se negó a prestar declaración. "No mostró ningún arrepentimiento ni sentimiento alguno". Su familia no se creía lo que les contaba los investigadores sobre él. Tenía novia, vivía con sus padres y gracias a su poder adquisitivo se podía permitir el lujo de no haber terminado la ESO y pasar temporadas sin trabajar.

Esa apariencia de normalidad se resquebraja cuando los agentes ahondaron en su pasado y comprobaron a través de los antecedentes que había sido denunciado en 2012 por haber golpeado a su hermana durante una discusión por un teléfono móvil. De nuevo una mujer como víctima.

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