La banda de narcos que «más claro» hablaba por teléfono
El jefe de la investigación que acabó con el arresto de Iván Odero y su grupo destaca en el juicio la ausencia de un lenguaje críptico en sus conversaciones
Actualizado:Las conversaciones telefónicas que grabó la Guardia Civil a los integrantes de la banda del traficante Iván Odero constituyen la gran prueba en el juicio que se viene desarrollando en la Audiencia provincial contra esta organización.
Estos pinchazos son claves en las causas contra el narcotráfico, pero en este caso más si cabe porque los sospechosos no se mordieron mucho la lengua cuando hablaban entre ellos. Así lo ha explicado el jefe de la investigación que desembocó en junio de 2009 en la 'operación Q7'.
Él ha sido uno de los tres testigos que comparecieron ayer ante el tribunal. Este oficial de la Guardia Civil ha explicado que la información que obtuvieron de esos pinchazos fue muy explícita en muchas ocasiones.
Los sospechosos hablaban sin apenas recurrir a un lenguaje críptico sobre fardos, alijos perdidos o averías en mitad de una operación. Este agente ha subrayado que la banda de Iván Odero es una de las que más fácil se lo han puesto en este sentido.
Gracias a esa información valiosa supieron cuándo y cómo se efectuaban los alijos. Descubrieron que Odero contaba con la colaboración de varias personas que le avisaban cuando las embarcaciones de la Guardia Civil abandonaban la desembocadura del Guadalquivir y le dejaban el camino libre.
El instructor relató cómo en un alijo que lograron interceptarle en mayo de 2009, el narco sanluqueño permaneció más de un día en alta mar a la espera de poder entrar en el río con la lancha cargada de droga. Sus cómplices le avisaron que en la desembocadura había una patrullera del Instituto Armado y otra de Vigilancia Aduanera.
Los investigadores, que seguían sus movimientos, optaron por retirar las embarcaciones oficiales para que Odero entrara con la droga e intentar arrestarlo durante la descarga de la droga, pero el rey de las planeadoras Pudo burlar la vigilancia policial tras deshacerse de los fardos en un caño dentro del término municipal de Isla Mayor (Sevilla).
Otro de los episodios, que según el instructor del caso, quedó reflejado en esas escuchas de manera inequívoca, fue cuando el sanluqueño fue atacado por una patrullera marroquí en la costa de Larache.
A través de las conversaciones supieron que el dueño de la droga había pagado 200.000 euros para liberarlo; un dinero que tuvo que devolverle para lo que llamó a su pareja entonces, quien se trasladó a Marruecos para saldar su deuda.
Desde el banquillo, la acusada Caridad M. V. respondía a las menciones sobre ella como una estrecha colaboradora de Iván con un gimoteo: «Yo era su sólo su novia».
El relato de este testigo arrancaba con los albores de la investigación sobre Odero y su mano derecha David Rodríguez. Gracias a confidentes supieron que ambos lideraban en 2009 la organización más activa en la desembocadura del Guadalquivir.
Tres meses después de obtener la autorización judicial para pinchar los teléfonos, ejecutaron la redada en Sanlúcar que llevó a la cárcel a Iván Odero y a su hermano, junto a otras once personas.