Cuando el móvil es la peor droga
Proyecto Hombre y las consultas de psicólogos registran en la provincia un aumento de casos por adicción de jóvenes al teléfono
Actualizado: GuardarLos monitores de Proyecto Hombre en Cádiz se quedaron atónitos en 2002 cuando una joven de San Fernando acudió con sus padres a la organización a pedir ayuda. Normal. Esta ONG atiende a personas con adicciones desde hace treinta años y presta apoyo para su rehabilitación.
Sin embargo, los psicólogos no daban crédito a la patología que presentaba la chica. Su problema no estaba en las drogas ni en el juego. Tampoco en el alcohol. El teléfono móvil había convertido su vida, también la de sus padres, en un infierno.
Estaba obsesionada con los mensajes SMS y toda su existencia giraba alrededor de esa campanilla que le anunciaba a cada minuto la entrada de un nuevo aviso. Este fue el primer caso de adicción al móvil detectado y declarado oficialmente en la provincia.
Los terapeutas de Proyecto Hombre no salían de su asombro ante los efectos de esta nueva droga virtual. El impacto era brutal entre esa sociedad de adolescente que presumía entonces de contar en su móvil con los últimos ‘politonos’.
Los síntomas eran muy similares a los de un drogadicto. La luz roja se encendió cuando los padres limitaron el uso del móvil y el síndrome de abstinencia provocó la temida agresividad. Fue entonces cuando la familia pidió ayuda para su desintoxicación.
Han pasado doce años de aquel episodio y las nuevas tecnologías han avanzado al mismo ritmo vertiginoso que miles de personas han caído en sus redes. Las consultas de psicología de la provincia han experimentado un notable incremento de pacientes, la mayoría de ellos adolescentes, con serios problemas de alteración de la conducta.
Estos cambios emocionales tienen como telón de fondo el abuso del móvil y de Internet. Las primeras estimaciones de los expertos apuntan a que cinco de cada diez jóvenes está enganchado, aunque esla cifra se queda pequeña si entramos al detalle en cada hogar o en cada colegio.
El psicólogo Miguel Vázquez García reconoce que «la adicción alimenta a la propia adicción» y muchos padres ignoran la situación emocional de su hijo porque todavía no ha cruzado la línea que lleva a la dependencia.
Este experto recalca que las nuevas tecnologías provocan una situación «gratificante y placentera», igual que la droga, que ayuda a resolver problemas puntuales. Insiste en que esta sensación «nos reduce la paciencia, rebaja la concentración y elimina el interés por aprender».
La organización Proyecto Hombre atendió el pasado año en la provincia a 368 personas por adicciones a las drogas, juego, alcohol y otras sustancias, de las que 20 correspondían al Programa de Menores.
El tratamiento por el consumo de cocaína y ‘cannabis’ es el más demandado, con el 40% y el 29%, respectivamente. Sin embargo, se advierte un incremento de nuevos casos encuadrados en otras adicciones sin sustancias, donde las compras compulsivas y las redes sociales son notables.
El responsable de la organización en Cádiz, Luis Bononato, reconoce que el caso detectado en 2002 en Proyecto Hombre sobre adicción al móvil sirvió para activar los mecanismos de prevención. El perfil de la persona dependiente responde al de un joven, también adulto, con pocas habilidades sociales, escasa relación afectiva y con un bajo control de los impulsos.
Las costuras estallan justo cuando se trata de poner límites al consumo. La reacción inmediata es la angustia y, sobre todo, la agresividad, «es lo que en toda adicción se conoce como el efecto del síndrome de abstinencia».
La adicción al teléfono móvil es, para muchos, la enfermedad del siglo XXI. Tanto que, según los expertos, el miedo a estar sin el móvil ya se puede diagnosticar como un trastorno para una gran parte de la población, sin que los afectados sean conscientes de ello.
Lo que se conoce como nomofobia es una enfermedad que necesita tratamiento. Este término responde a la abreviatura de la expresión inglesa ‘no-mobile-phone phobia’, que los expertos han puesto al miedo a estar sin el teléfono móvil.
El último de los estudios sobre adicción al teléfono móvil arroja conclusiones preocupantes: el 66% de la población británica padece nomofobia, según una encuesta de la firma OnePoll basándose en un millar de entrevistas. La dependencia ha llegado a tal punto que el 41% de los usuarios del Reino Unido tiene dos teléfonos o más para estar permanentemente conectado.
En 2009 cada usuario consultaba su móvil 34 veces al día, sin embargo, el apogeo de las redes sociales ha pulverizado esa marca. Según el último informe de ‘La Sociedad de la Información en España’, realizado en 2013, los españoles consultamos el móvil unas 150 veces de media al día. Teniendo en cuenta que muchos de ellos siguen haciéndolo solo ocasionalmente, es fácil hacerse una idea de la dependencia del teléfono móvil que tienen algunos.
El móvil ha llegado a convertirse en un aparato casi imprescindible en nuestras vidas. Es más, no nos conformamos con tener un móvil cualquiera. Queremos el mejor. En 2013 los españoles nos gastamos 1.115 millones de euros en renovar los móviles, el doble que el año anterior, tal y como indica un estudio de la consultora Kantar Worldpanel.
En España hay 56 millones de teléfonos móviles, lo que le convierte en el país con más teléfonos móviles por habitante. Así, estudios realizados por el Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA) revelaron que casi el 53% de los usuarios de teléfonos móviles tienden a sentir ansiedad cuando «pierden su teléfono móvil, se les agota la batería, el saldo, o no tienen cobertura en la red».
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