Parejas felices: ¿es necesario convivir o funcionan mejor otras fórmulas?

La psicóloga Silvia Congost analiza las distintas fórmulas de relacionarse, vincularse y desarrollarse en una relación sentimental

Silvia Congost

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Hace unas cuantas décadas cuando dos personas empezaban una relación de pareja solo había una opción: el matrimonio y la posterior convivencia . Se trataba de una condición que ni siquiera se planteaban porque las alternativas no existían. Sin embargo, los tiempos han cambiado y los seres humanos también. Ha cambiado nuestra forma de relacionarnos, de vincularnos y de desarrollarnos y, en consecuencia, han aparecido nuevos modelos y opciones dentro de cada relación.

¿Hay un modelo correcto?

Hoy en día hay personas que defienden que si estás en una relación, tiene que haber una convivencia para poder conocer, descubrir y construir. Otras, en cambio, están convencidas de que este modelo no funciona, de que la convivencia permanente acaba asfixiando, cambiando e incapacitando, inevitablemente, a uno de los dos.

Pero es cierto que por nuestra educación, nuestra cultura y también por el propio funcionamiento de nuestro cerebro, tras enamorarnos sentimos que crece nuestro deseo de compartir cada vez más momentos con la otra persona. Y en la medida en la que vamos sintiendo que estamos bien, puede también que deseemos establecer un compromiso e implicación más profundo y que queramos compartir nuestro día a día juntos.

La convivencia: buena opción, pero no única

La convivencia nos permite conocernos más y compartir a otro nivel. Ganamos en intimidad como pareja pero puede quitarnos intimidad individual y momentos de conexión con nosotros mismos. Puede quitarnos libertad para ser quienes sentimos que queremos ser. Por este motivo, la convivencia será una buena decisión siempre que haya un espacio para la comunicación en el que podamos expresar lo que necesitamos, lo que no queremos y lo que nos gusta del otro, y un espacio personal (el que cada uno sienta que necesite) para sentir que seguimos siendo fieles a quienes somos de verdad.

La convivencia a tiempo parcial , en cambio, es la que aplican aquellos que tienen una relación estable y comprometida pero en la que cada uno tiene su hogar y determinados días de la semana se juntan en uno u otro. Conviven parte del tiempo mientras mantienen su propio espacio físico personal. Quienes practican esta opción afirman que es perfecta y les aporta mucho equilibrio y bienestar. Sienten que cuando se juntan es porque lo eligen conscientemente pero no fuerzan nada y se respetan a sí mismos si un día quieren mantenerse en su espacio de soledad o de conexión con otras personas importantes de su vida.

Otra opción puede ser la 'no convivencia' . También hay parejas que tienen claro que no quieren convivir. Se encuentran cuando a ambos les apetece pero no conviven y cada uno tiene su vida construida por su cuenta. Este es un modelo que a la larga suele fracasar porque hay un nivel de implicación en la relación demasiado bajo e inconsistente.

Todos los modelos y opciones tienen sus más y sus menos, pero está claro que cuando hablamos de relaciones de pareja, lo verdaderamente importante es que los dos miembros estén cómodos con la opción elegida y que nadie acepte una opción que no desea.

Aun así, está claro que cuando estás bien con alguien y construyes una relación de pareja, eso conlleva que crezcan en ti las ganas de compartir más momentos con esa persona y que acabes dando, de forma casi natural, el paso de convivir . No olvidemos que somos seres sociales y que si el amor que sentimos es sano y nos suma, con la convivencia aumenta nuestra sensación de seguridad, protección y cercanía.

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