Sexo
Por qué es necesario hablar más sobre el placer femenino
Hacer que la sexualidad forme parte de las conversaciones ayuda a tener una mejor relación con nuestro cuerpo
Hay ciertas cosas que, si no se habla de ellas, parece que no existen. Muchas veces, que algo forme parte de la conversación pública y empiece a salir en la televisión, o en las películas, es la manera de visibilizarlo; otras veces, esto puede ser una piedra más en el tejado propio. Eso pasa con el concepto de «placer femenino» , algo intriseco de todas las mujeres y que, debido a su (casi siempre) pobre representación en las pantallas, está distorsionado en el colectivo imaginario.
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Por ello, por tener una concepción errónea de él, o por sentir vergüenza a la hora de hablarlo en público, son muchas las mujeres que no se centran en ellas mismas, y sienten que les falta algo, pero no saben el qué. «El papel de la mujer y su sexualidad en el cine siempre ha sido una elipsis: un beso y después pasar al coito tradicional», explicó Valérie Tasso, escritora, sexóloga y embajadora de LELO, durante la presentación de «Soraya Wave», una de las novedades de la marca. « El deseo femenino siempre se ha representado como un suplemento al masculino », comentó, a lo que añadió que, por lo general «la sexualidad femenina ha sido una especie de anécdota en el cine; nunca se ha utilizado para mostrar quién es el personaje que representa esa mujer».
Las malas mujeres
Pero no es solo en el plano audiovisual. En el día a día también es un tema que muchas veces, no solo cuesta hablar de él, sino que simplemente se ignora. Raquel Graña, psicóloga, sexóloga y coach comenta que, aunque ahora se «invisibiliza» menos que antes , «todavía queda mucho por avanzar». En general, habla como una mujer que disfruta de su cuerpo sin pudor suele ser tildada en la vida real, pero también en la representación audiovisual, de «mala mujer». «Seguimos necesitando hablar más de este tema para que se normalice», apunta.
«Seguimos necesitando hablar más de este tema para que se normalice»
Valérie Tasso abordó también esta «demonización» de las mujeres que expresaban su deseo. Puso varios ejemplos de películas en las que, a la misma vez que se mostraban mujeres dueñas de su deseo y seguras, se las otorgaba un matiz de «malvadas», al calificar aquellas características de malas. Uno de los ejemplos es «Las amistades peligrosas» (Stephen Frears, 1988), cuya protagonista, comento Tasso «que no tiene problemas para elegir a sus amantes cuándo y cómo quiere , pero que por ello, se la plasma como villana». También, mencionó «Atracción Fatal» (Adrian Lyne, 1988) e «Instinto Básico» (Paul Verhoeven, 1992), dos películas en las que, a cambio de ser protagonistas con poder sobre su propio deseo, son las villanas de las historias, y en ambos casos tildadas de «locas». En el último ejemplo, Tasso hizo hincapié en la idea de otorgar este carácter malvado en este caso «a una mujer bisexual, deseante y autónoma». De esta manera, agrupa esos rasgos con un modelo de conducta de lo más evitable. Por último, mencionó a las femme fatales , un arquetipo de personaje que, no solo siempre termina mal, sino que estigmatiza y se muestra como «la perdición de los hombres» por ser autonómas».
Más allá del sexo
Si volvemos al siglo XXI, encontramos que la situación ha cambiado: cada vez hay menos reparos en hablar del placer femenino y es, a través de la conversación, como se va normalizando. «Hay que entender que pueden tener un alto deseo sexual tanto hombres como mujeres y, no siempre está asociado a un sexo», recuerda Raquel Graña. Aunque explica que hay estudios que asocian el elevado deseo sexual con la testosterona, afirma que esto «no siempre va vinculado, ya que hay muchísimos factores que son determinantes».
«Por ejemplo, las relaciones sexuales te unen con la otra persona, te liberan, sientes placer, conectas a otro nivel. Son muchas las razones por las que se quieren mantener», dice la sexóloga, que recuerda que es importante «empezar a hablar más de ello y no a asociarlo con un sexo». «Yo tengo en consulta chicas que se quejan de que son sus parejas (hombres) quiénes no quieren tener relaciones sexuales. Ellos tienen bajo deseo sexual y, muchas veces, prefieren esconderlo debajo de la alfombra», concluye.