Terapia de grupo

La terapia de grupo es aquella reunión que convoca un psicólogo para que personas con problemas emocionales similares expresen sus preocupaciones entre ellos y se ayuden unos a otros con la moderación del terapeuta. Estas reuniones no suelen estar formadas por grupos pequeños de personas.

Aunque te parezca que las terapias de grupo son prácticas recientes, comenzaron a utilizarse por diferentes psicólogos a principios del siglo XX. Los médicos que las organizaban entonces vieron que mejoraba a sus pacientes. Pero no fue hasta 1931 cuando las terapias de grupo irrumpieron con fuerza en la práctica clínica. Esto se debe al psiquiatra Jacob Levy Moreno, quien introdujo el término 'psicoterapia de grupos' y contribuyó a la difusión de esta forma de trabajo, primero en Estados Unidos, y luego en el resto del mundo.

En la actualidad, la terapia de grupo está muy asentada en el ámbito de la Psicología y la Psiquiatría, porque se ha visto que son muchos sus beneficios para abordar diferentes problemas como la ansiedad, la depresión o enfermedades crónicas y graves, así como trastornos de personalidad y traumas. Esta técnica también se utiliza mucho a la hora de tratar adicciones, fobias y trastornos de conducta alimentaria.

El objetivo de estas terapias es conseguir el crecimiento personal, el equilibrio emocional y el potenciar las habilidades sociales de los pacientes. El hecho de tener referentes que han pasado por lo mismo suele ayudar mucho a los pacientes e incluso les suele dar una motivación extra para superar sus problemas. En muchos casos el especialista recomienda este tipo de terapias para romper el aislamiento al que la persona recurre cuando presenta malestar emocional o psicológico.

Las terapias de grupo están organizadas por terapeutas. En ellas, los profesionales reúnen de 5 a 12 personas que tengan problemas similares y que no se conocen de nada. El objetivo de estas reuniones es que los pacientes hablen de forma honesta y espontánea, mientras que el terapeuta solo interviene como guía y moderador.

Gracias a la interacción del grupo y al apoyo del terapeuta, a lo largo de las diferentes sesiones, los pacientes se van animando a expresar sus emociones y van aprendiendo a empatizar y a escuchar mejor las emociones ajenas. Normalmente, es el psicoterapeuta el que inicia la sesión de la terapia grupal, o bien haciendo un resumen de la última terapia, o proponiendo algún tema para que alguno de los participantes se lance a hablar.

Mientras uno de los asistentes habla, todos los demás escuchan y después comienza el feedback. Por supuesto, si alguno de los asistentes no quiere hablar, no tiene por qué hacerlo.

Para participar en una terapia de grupo es más conveniente que el terapeuta se lo indique al paciente, ya que él sabrá mejor si con sus características individuales y su situación actual está preparado para unirse a una de estas terapias grupales.

Las personas que están en tratamiento psicológico o psiquiátrico individual de algún trastorno o problema son perfectamente válidas para asistir a una terapia de grupo, pero sí que tienen que tener en cuenta que será el especialista quien determine si están preparadas para ello o no. Sin embargo, está más que observado y estudiado que las terapias de grupo son altamente beneficiosas para las personas que están tratando alguno de estos problemas o trastornos:

- Adicciones.

- Trastornos del estado de ánimo como la depresión o la ansiedad.

- Algún estrés postraumático.

- Situaciones de duelo por la pérdida de un ser querido o tras una ruptura sentimental.

- Trastornos de personalidad.

- Timidez y fobia social.

- Trastornos de la alimentación como la anorexia o la bulimia.

- Personas con enfermedades graves o crónicas.

- Personas con relaciones conflictivas o con dependencia emocional.

Muchas veces, los pacientes se muestran reacios a participar en una terapia de grupo, pero su eficacia está más que demostrada y ayuda mucho que estas personas con algún problema no se sientan tan solas.

Las terapias de grupo suelen durar de 1 hora y media a 2 horas y pueden ser semanales, quincenales o mensuales. Pero siempre será el terapeuta o los terapeutas inmersos en ellas los que determinarán la periodicidad.