Psicología
Sabemos por qué no soportas escuchar a la gente cuando come
Los oídos de las personas a las que les molesta escuchar a la gente cuando comen tienen un espectro estimular más amplio y, por tanto, son más vulnerables
En tu círculo más cercano es muy probable que haya más de una persona que no soporta escuchar comer a aquellos que hacen más ruido de lo normal al masticar, por ejemplo. El nivel de disgusto o desagrado que sienten estas personas es muy intenso cuando escuchan sorber una sopa, aspirar con la pajita del refresco, masticar chicle o comer galletas. Pero, ¿cuándo aparece este malestar? «Suele iniciarse en la infancia y su descubrimiento fue acuñado por los científicos Pawel y Margaret en 1991 como misofonía», explica la psicóloga María Saavedra, del centro el Prado Psicólogos . «Son personas que viven con unos oídos que les hacen escuchar el mundo de otra manera. Sus oídos tienen un espectro estimular más amplio y, por tanto, son más vulnerables», cuenta.
¿La misofonía es una enfermedad?
Esta molestia que afecta a gran parte de la sociedad no es una enfermedad, sino que el diagnóstico es realizado por un audiólogo y un psiquiatra donde se estima el nivel de intensidad del sonido que provoca un estado de ansiedad , miedo o rechazo. «En consulta he podido constatar cómo los pacientes evidencian resultados muy positivos con intervención psicoterapéutica basada en hipnosis. El nivel de bienestar y neuroflexibilidad que experimentan tiene que ver con simetría interhemisférica que genera la terapia en estos pacientes cuya intervención no pasa por la amígdala, lo que les permite acoger nuevos caminos neuronales para percibir este tipo de estímulos», explica la psicóloga Saavedra.
«Otras veces he constatado cómo la misofonía está relacionada con un trauma relacional, cuyos sonidos reactivan la memoria de una experiencia aversiva que produce respuestas automáticas y somáticas dependientes del complejo amigdalino», prosigue la experta. «Es decir, se pueden considerar como flashbacks auditivos que si se desensibilizan, permiten que estas personas disfruten de una mayor calidad interpersonal con su entorno, pudiendo dejar de usar tapones que con el tiempo hipersensibilizan más », recomienda María Saavedra.
Noticias relacionadas