'Al revés te lo digo Andrés': el fenómeno psicológico que esconde esta frase

El psicólogo Tomás Navarro explica lo que pasa cuando decimos una cosa, pero pensamos, sentimos o hacemos otra. Es una de las claves de su libro 'Piensa bonito', cuyas principales ideas comparte cada 15 días en ABC Bienestar

Hacer lo contrario de lo que pensamos no es pensar bonito.
Tomás Navarro

Tomás Navarro

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Tengo que reconocer que no he podido encontrar un nombre más glamouroso para este fenómeno que he bautizado como 'Al revés te lo digo Andrés'. Seguro que si lo hubiera bautizado como el 'síndrome de Kluver-Schmitz' hubiera tenido más repercusión, más éxito y más difusión. Nos gustan los nombres extranjeros. Debe obedecer a una especie de sentimiento de inferioridad. Vamos a ver, voy a hacer una prueba a la Española. El síndrome de 'Navarro-Hernández'. Pues no, mira, no suena igual.

Vale, descartamos el complejo pero glamouroso apelativo del síndrome de Kluver-Schmitz. De hecho, si lo pienso detenidamente la expresión 'Al revés te lo digo Andrés' cumple con una de las máximas de pensar bonito : es práctico , simple y descriptivo .

Después de haber analizado el nombre quizás no haga falta añadir mucho más sobre el concepto que describe, así que vamos a analizar por qué se da el fenómeno , en qué se fundamenta y qué consecuencias tiene. No me podéis negar mi literalidad.

Podrás observar el fenómeno en cuestión -permitidme que no lo escriba cada vez que me refiera a él por razones obvias- en numerosas ocasiones. Cuando escucho: «El lunes empiezo la dieta» mi mente responde automáticamente: «Al revés te lo digo Andrés»; pero lo mismo aplica para infinidad de frases que escuchamos a diario. «Yo es que soy tan sincero», «Al revés te lo digo Andrés», «Te quiero tanto», «Al revés te lo digo Andrés», «Confía en mi cariño», «Al revés te lo digo Andrés», «Me encanta hacer deporte», «Al revés te lo digo Andrés».

Pensar una cosa y hacer otra

La esencia del fenómeno es que decimos una cosa, pero pensamos, sentimos o hacemos otra. ¿A que es sencillo? A menudo hacemos declaraciones de intenciones públicas como tratando más de convencernos a nosotros mismos que a nuestro interlocutor. Jamás olvidaré un vendedor de casas que me dijo algo así como: «Tranquilo, despreocúpese de encontrar casa, ese problema delo por solucionado, me encargo yo personalmente». ¿A que no sabéis que pasó? Pues efectivamente «Al revés te lo digo Andrés» y nunca más supe de él.

«Cuando alguien se está justificando sin que nadie le haya pedido explicaciones, posiblemente haya hecho algo que no debería haber hecho»

A veces simplemente es un engaño deliberado observado a menudo en situaciones de pareja, en el trabajo, en relaciones con clientes o proveedores o en las largas conversaciones familiares, esas interminables que nos tienen una hora al teléfono. «¿Me estás escuchando? ¡Pues claro!»… Pues mira que te digo «Al revés te lo digo Andrés». Siempre he pensado que cuando uno tiene dudas de si es escuchado o no, lo mejor que puede hacer es lanzar una pregunta sobre lo debatido para comprobar si realmente te está siguiendo tu interlocutor o no. Bueno, lo cierto, es que personalmente acostumbro a optar por dejar de hablar. Quizás es una mala costumbre, pero si no me escuchan no hablo. Mira por dónde, bien mirado, acabo de describir otro fenómeno, pero centrémonos en este.

A menudo tiramos de justificaciones , autoengaños , estrategias para desviar la atención o comentarios que no pensamos ni en los que creemos pero que solemos decir por culpa de la presión social .

Pues lamento deciros que cada vez que estamos facilitando que nuestro interlocutor se marque un «Al revés te lo digo Andrés» no estamos pensando bonito. Como dijo alguien, si tienes que recordar que eres decente, posiblemente es porque no lo seas. Ten mucho cuidado con las declaraciones de intenciones . Algunas son ingenuas, otras menores, pero la mayoría, no lo dudes, esconden algo feo, turbio y oscuro. Cuando alguien se está justificando sin que nadie le haya pedido explicaciones, posiblemente haya hecho algo que no debería haber hecho.

Personalmente, el fenómeno de 'Al revés te lo digo Andrés' me ha salvado de muchas situaciones desagradables. Recuerdo «un confía en mí que no te voy a anular la sesión», un «te quiero tanto» y un «cuando quieras te hago de canguro del perro» que me impulsaron a ponerle nombre al fenómeno.

El fenómeno también me permite ajustar mis expectativas sobre lo que puedo esperar o dejar de esperar de una persona, sobre el nivel de confianza que me ofrece o sobre su nivel de madurez , integridad o coherencia .

A veces pienso que solo somos humanos y que tenemos que tirar de autoengaño para poder soportar una vida exigente. A veces pienso que ese autoengaño, en realidad, tan solo está perpetuando una situación nociva para uno mismo. A veces celebro el haber descubierto el fenómeno en mi interlocutor y a veces, siento una profunda pena y decepción al descubrirlo.

Sea cual fuere el caso, te animo a que dediques esta semana a identificar el fenómeno. Te sorprenderás de la cantidad de veces que lo utilizamos. Yo, ahora mismo, sin ir más lejos, voy a proceder a comerme mi último trozo de chocolate. No me conviene por problemas digestivos. De verdad, en serio, es mi último trozo, mi trozo de despedida, la última pieza de chocolate que mi boca va a conocer…

Puedes descubrir otros consejos para pensar bonito de Tomás Navarro en su obra 'Piensa bonito' .

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación