Psicología
Lo que quizá no sepas de las personas que son mal pensadas
Las personas mal pensadas tienen que cambiar sus creencias sobre los demás y darse cuenta de que todo lo que piensan no tiene por qué pasar en el futuro y, si pasa, puede no ser tan grave como anticipan
Piensa mal y acertarás dice el dicho, pero cuando esto se convierte en una costumbre, día sí y día también, en diferentes asuntos de la vida, puede no ser un acierto y más bien un problema de personalidad, porque las personas malpensadas desconfían de los demás y no confían en nadie. Además, esta desconfianza se puede trasladar también a las cosas que les suceden en su día a día, pensando que pasará la peor opción posible o que algo no les saldrá bien.
Laura Fuster, psicóloga clínica en Valencia , indica que, por tanto, este tipo de personas tienen un nivel alto de pensamientos y emociones negativas: «La frustración , ansiedad , tristeza o la anticipación negativa suelen aparecer en estas personas de manera casi permanente y en la gran mayoría de situaciones».
Pongamos un ejemplo: si conocen a alguien nuevo piensan que se la va «a jugar» o va a hacerle daño de algún modo; si se presentan a una entrevista de trabajo piensan que les saldrá mal o que darán el puesto de trabajo a algún «enchufado» o si van a comprar piensan que les han devuelto mal el dinero. Como vemos, dice la experta, los pensamientos de desconfianza pueden extenderse a un sinfín de escenarios , por lo que «la vida de la persona mal pensada se ve condicionada y limitada».
«Ser mal pensado suele ser fruto de alguna mala experiencia que ha vivido esa persona»
Laura Fuster
Psicóloga sanitaria
Como comentaba Laura Fuster, las personas mal pensadas «presentan un alto grado de pensamientos y emociones negativas», por lo que en su vida está muy presente la ansiedad , la tristeza, la frustración, etc. «En estos casos juega un papel importante lo que los psicólogos llamamos 'profecía autocumplida', que consiste en que si piensas que las cosas van a salir mal o que los demás no son de fiar, tus emociones y acciones van a ir encaminadas a ese hecho», alerta la experta. De esta forma, se va a prestar más atención a ese tipo de situaciones y personas y, por lo tanto, se va a terminar atrayendo justo lo que no quieres que nos pase.
Además, debemos recordar que los seres humanos somos seres sociales, necesitamos el contacto con los demás, y las personas desconfiadas suelen rehuir de la gente y son evitativas y esquivas, así que suelen sentir soledad y aislamiento y, como dice Laura Fuster, esta es «otra prueba más de la profecía autocumplida: como no confío en la gente me aíslo, pero si me aíslo nunca puedo comprobar que algunas personas sí que son buenas y ganar confianza en los demás».
Dónde está el origen
Pero, ¿por qué tanta desconfianza? Como ocurre con casi todo en la vida, desconfiado no se nace, se hace. Es decir, tal como lo define Laura Fuster, ser mal pensado suele ser «fruto de alguna mala experiencia que ha vivido esa persona». «Puede ser que alguien le decepcionara en algún momento de vida y se haya quedado con ese aprendizaje», dice. Por ejemplo, descubrir que el mejor amigo del colegio habla mal de él a sus espaldas o que su primera pareja le fuera infiel... «El error de pensamiento que cometen estas personas es la generalización», aclara, es decir, «si me ha pasado una vez me pasará siempre (todas las situaciones futuras) y con todas las personas».
«La vida de un mal pensado está condicionada y limitada»
Laura Fuster
Psicóloga sanitaria
Cómo confiar más
Según la psicóloga, las personas mal pensadas pueden convertirse en seres más confiables si adoptan otras actitudes como las que señala a continuación:
- Cambio de pensamientos . Las personas mal pensadas tienen que cambiar sus creencias sobre los demás y el mundo que les rodea. Tienen que darse cuenta de que todo lo que piensan no tiene por qué pasar en el futuro y si pasa, puede no ser tan grave como anticipan.
«Deben aprender a prestar atención a las personas que son de fiar, a las buenas acciones de la gente y a las situaciones que les salen bien. Es como cambiarse las gafas de la desconfianza por otras más neutras, que no te hagan ver todo de color de rosa , pero que te dejen margen a ver las cosas buenas que tiene la gente», asegura Laura Fuster ( @laurafusterpsicologa ).
- Exposición . Cuenta la experta que en su consulta, junto con el trabajo de pensamientos, hacen lo que llaman exposición, que no es otra cosa que enfrentarse poco a poco a las situaciones que nos dan miedo : «En este caso, una vez que los pensamientos nos generan menos ansiedad, la persona desconfiada debe buscar situaciones para confiar , primero muy fáciles y después más complicadas».
Por ejemplo, comprar el pan y no revisar el cambio, delegar en el trabajo confiando que su compañero/a lo haga bien, contar algo íntimo a otra persona, iniciar una relación de pareja, etc.
- Aceptar emociones . Las personas mal pensadas «tienen que aprender a tolerar la incertidumbre » y la frustración que les puede generar el hecho de empezar a confiar en los demás. Por supuesto, asegura la experta que «no es un camino fácil» y es probable que sigamos «teniendo pequeñas decepciones».
- Asertividad . Es importante que estas personas sean capaces de poner límites y expresar lo que quieren a los demás. De este modo no habrá malos entendidos que les podrían llevar a aumentar su desconfianza.
- Autoestima . Es probable que las personas desconfiadas tengan que trabajar alguna parte de su autoestima . Como decíamos, el ser mal pensado puede venir de alguna experiencia pasada que ha dejado huella y puede haber afectado a la autoestima.
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