Psicología
¿Puede un sueño cambiarnos el estado de ánimo?
Es común levantarse con malestar si hemos tenido una pesadilla
A todos nos ha pasado alguna vez. Te levantas después de tener una pesadilla, o un sueño desagradable , y esa sensación incómoda se te queda dentro todo el día. Porque sí, sabes que es solo un sueño, pero esa tristeza, ese miedo o esa angustia la has experimentado, y quedan retazos de ella en ti.
«Puede ocurrir perfectamente, aunque siempre podemos decidir hasta dónde nos afecta si de una manera racional conectamos con el presente y la realidad», explica Aída Rubio, psicóloga y coordinadora del equipo de psicólogos de TherapyChat. Sin embargo, comenta que podemos decir que la afectación se produce más en el sentido inverso. «El estado de ánimo que tengamos durante el día puede condicionar la calidad y contenido de nuestro sueño en gran medida», dice, y recuerda que, por lo general, cuando pasamos momentos de ansiedad o depresión, por ejemplo, nuestro sueño es uno de los primeros afectados.
Sobre cuánto tiempo se puede quedar ese sentimiento generado por el sueño, comenta María José Moreno, psicóloga clínica de mundopsicologos.com, que todo depende del sueño que tengamos, y la persona que lo tenga. «Si el sueño ha sido muy vívido (lo soñado parece totalmente real) y es muy triste, puede hacer que la persona se sienta triste las primeras horas del día siguiente, pero se irá recuperando poco a poco a lo largo del día », indica.
Historias propias que parecen de otros
Para entender la razón por la que algo que sabemos que no es real puede afectar a nuestras emociones, Aída Rubio pone como ejemplo las obras de ficción: «A veces nos pasa esto si vemos una película, leemos un libro, nos impacta. El recuerdo permanece y se puede hacer más o menos presente en nuestro día, haciéndonos revivir la emoción que nos originó». Dice que, en estos momentos, se activa el mecanismo de empatía, entre otras cosas. «Tenemos un tipo de neuronas que se llaman las "neuronas espejo". Estas neuronas de nuestro cerebro, se activan cuando nosotros llevamos a cabo una acción, pero también cuando simplemente la pensamos o incluso cuando vemos a otros realizarla», enuncia la psicóloga. Volviendo a los sueños, argumenta que, si las historias, reales o no, que vivimos a través de otros pueden tener impacto en nuestras emociones, «imagina el impacto puede tener en nosotros revivir o recordar nuestros sueños que, además, ocurren en primera persona y con una experiencia emocional intensa y sin censura».
Por otro lado, es importante tener en cuenta el porqué de los sueños que tenemos. Explica María José Moreno que, aunque hay personas que piensan que los sueños tienen un significado, o que reflejan lo que nos preocupan, esto no está científicamente demostrado. «Es más probable que el contenido del sueño sea sobre lo que hemos estado pensando durante el día , especialmente en los momentos anteriores a irnos a la cama», dice. Por ello, aunque «nuestros sueños pueden ser una continuación de lo que ha ocupado nuestra mente durante el día», eso no funciona necesariamente a la inversa, es decir, por soñar con algo, eso no quiere decir que ese tema nos preocupe.
Reflejo de lo que sentimos
Otro escenario a contemplar es cuando tenemos un sentimiento dentro que no aceptamos, y esto comienza a formar parte de nuestros sueños. «Si hay una represión emocional puede surgir a través de un sueño, especialmente a través de sueños repetidos relacionados con una emoción o tema concreto», apunta María José Moreno. Añade Aída Rubio que aunque en los sueños no hay procesamientos raciones, si podemos experimentar esas emociones que nos estamos negando. Pero no por ello quiere decir que vayamos a estar «en paz» con esa emoción. «La aceptación y el procesamiento pleno de lo que nuestros sueños cuentan, debe hacerse una vez despiertos; el sueño sería en principio solo un reflejo distorsionado de nuestras vivencias», comenta.
Por último, Aída Rubio deja algunas recomendaciones por si tenemos un sueño incómodo y nos despertamos afectados por ello. Lo primer es darnos unos minutos, cuando ya estemos despiertos, «para hacer frente a esa emoción, ponerle nombre y entenderla ». «Seguramente permanece enquistada porque la estás evitando o navega en un segundo plano de tu pensamiento sin que le hayas prestado verdadera atención», indica la psicóloga. Por otro lado, comenta que si vemos que la emoción sigue ahí porque hace referencia a un problema real que el sueño nos ha podido remover, «lo óptimo es buscar ponerle una solución o aceptar la incomodidad si no está en nuestra mano solucionarlo». Por último, indica que si, simplemente, hablamos de una sensación extraña, pero sin conexión con la realidad de nuestra vida, debemos conseguir regresar al presente, con preguntas como: «¿Cuál es la realidad?», «¿dónde estoy ahora?» o «¿qué estaba haciendo?».
Noticias relacionadas