Los 88 peldaños de la gente feliz

Peldaño 65: «Cuando deseas el bien a alguien, el beneficiario y beneficiado eres tú»

En este capítulo de «Los 88 peldaños de la gente feliz» te motivo a entrenar el hábito de desear el bien

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Anxo Pérez

Anxo Pérez

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Te voy a hacer un test. Tienes que completar estas dos frases, pero con una condición. Sólo puedes elegir una de estas dos respuestas.

Respuesta A: te deseo bien.

Respuesta B: no te deseo bien.

1. Eres mi amigo. Ha habido mil momentos en que me has hecho feliz. Por tanto __________________________________

2. Eres mi enemigo. Ha habido mil momentos en que me has hecho INFELIZ. Por tanto _____________________________

Si has respondido A y B, respectivamente, entonces tu respuesta es la más normal. Es la respuesta que elegiría la inmensa mayoría. Es la respuesta más esperada, pero no la más acertada.

La correcta es ésta:

Eres mi amigo y por tanto... te deseo bien . Eres mi enemigo y por tanto... te deseo bien .

¿Te suena raro?

¿Sí? Haz esto. Cambia las palabras «amigo/enemigo» por «ser humano». ¿Te suena raro ahora?

Si no eres un psicópata, tu respuesta probablemente sea «no, ahora no me suena raro». Pero entonces, ¿qué es lo que ha cambiado? Pues que antes en tu mente había dos grupos , el grupo de los glorificables y el grupo de los demonizables. Y tras este ejercicio, ahora sólo hay uno: el grupo de las personas.

El nacimiento no sólo otorga vida. También otorga derechos.

No es más ser humano tu amigo que tu enemigo , y la consecuencia de esto es que como seres humanos que ambos son, se merecen no sólo nuestros respetos, sino además nuestros buenos deseos. La paradoja de este principio es que cuando deseamos bien a alguien, el más afortunado no es el que recibe esos buenos deseos, sino el que los da.

Podría decirse que Los 88 Peldaños de la Gente Feliz es como un manual de gimnasio, no para entrenar tus músculos, pero sí para entrenar tus hábitos. Y el hábito que me gustaría que entrenes con este Peldaño es el de conceder un regalo a todo ser viviente con el que te cruces. Pero hay una regla. Has de poner un énfasis mayor cuanto mayor sea el daño que ese ser viviente te haya querido causar.

¿Y cuál es el regalo? ¿Dinero? ¿Favores? ¿Abrazos?

No. Es mucho más sencillo. La respuesta es: las 11 letras anteriores, pronunciadas de forma repetida igual que si fuera un mantra.

Sea quien sea, te caiga como te caiga, te ofenda lo que te ofenda, te enoje lo que te enoje, entrena el hábito de pensarlo, decirlo y sentirlo: «te deseo bien». No tienes que decírselo en voz alta. Tan sólo repítelo en tu mente hasta que lo acabes sintiendo, y no pares hasta acabar por desearlo. Desearlo de verdad. Sin peros. Ni siquiera tienes que hacerlo por altruismo. Recuerda que de los dos, el más beneficiado eres tú. Por tanto hazlo por puro egoísmo (del bueno). Al desearle bien a él, te haces un favor a ti mismo.

Si me concederías que desarrollar el hábito de darte masajes hace bien a tu cuerpo o que respirar aire puro hace bien a tus pulmones, concédeme que desarrollar el hábito de hacer «regalos de 11 letras» a todo el mundo con que te cruzas hace bien a tu alma.

¿Recuerdas el Peldaño que hablaba de la importancia de potenciar el amor incondicional por las personas? Ésta es una forma de entrenarlo.

#88PeldañosGenteFeliz

@anxo

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