Hipnosis

A más de uno en cuanto oye la palabra hipnosis se le viene a la cabeza cualquier espectáculo en el que la persona que dirige la sesión le dice a uno de los presentes «uno, dos, tres» y este deja de ser dueño de sus actos y está a merced de lo que dice el hipnotizador. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, la hipnosis clínica tiene un gran poder terapéutico para aliviar algunos síntomas de enfermedades tanto orgánicas como mentales. Este tipo de hipnosis la utilizan mucho psicólogos y psiquiatras para tratar a sus pacientes.

La hipnosis clínica también es denominada 'hipnoterapia' o sugestión hipnótica es un estado de conciencia entre el sueño y la vigilia que, siguiendo ciertos estímulos, activa un proceso mental y una participación del cuerpo. Es un diálogo real entre los dos hemisferios de nuestro cerebro: el izquierdo, dominante y donde se ubica lo racional, y el derecho, nuestra parte más irracional. Con la ayuda de un terapeuta se consigue que las partes conscientes de nuestra mente se comuniquen con las partes inconscientes.

Gracias a la hipnosis, el terapeuta que la aplica ayuda al paciente a comprender, aceptar y manejar situaciones de sufrimiento. Esta técnica no tiene como objetivo curar al sujeto, si no ayudarle a llevar mejor una situación dolorosa. Es decir, la hipnosis clínica se utiliza para que el paciente cambie la manera de enfrentarse a una enfermedad particular o una situación desagradable para él.

La hipnoterapia es un método eficaz para afrontar el estrés y la ansiedad que nos puede producir, por ejemplo, someternos a algún tipo de operación importantes. Así como es muy útil para controlar el dolor causado por quemaduras, cáncer, parto, fibromialgia, migrañas, procedimientos dentales e incluso el síndrome del intestino irritable.

Además, la hipnosis puede ayudar a aliviar los sofocos asociados a la menopausia. También es una buena técnica para tratar el insomnio o adicciones al tabaco y al alcohol o el consumo excesivo de alimentos.

La hipnoterapia es muy utilizada por terapeutas para aliviar los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos de quimioterapia y radioterapia. Psicólogos y psiquiatras recurren a esta técnica para ayudar a tratar los síntomas de ansiedad, fobias o estrés postraumático.

La idea preconcebida que tenemos de la hipnosis por culpa de los diferentes espectáculos que hemos visto tanto en televisión como en el cine hace que muchas personas desconfíen de esta técnica cuando un terapeuta se lo aconseja para tratar algún problema orgánico o mental.

A la hora de recibir una sesión de hipnosis tiene que existir una relación de plena confianza mutua entre el paciente y el psicólogo. El profesional tendrá que comprobar que es un ' sujeto hipnotizable ', es decir, que el paciente sea capaz de dejarse llevar por su voz.

Cuando compruebe que es así, continuará con las técnicas de sugestión, el camino para entrar en el proceso hipnótico. El profesional conseguirá que el paciente tenga una sensación de sueño y/o relajación profunda. El siguiente paso será la profundización hipnótica, que es la antesala de la hipnosis.

Hay que tener muy claro que nadie podrá hacerte nada que no quieras y que nunca quedarás a disposición del profesional que te va a hacer la sesión de hipnosis.

La persona que es hipnotizada sentirá una sensación de relajación y en ese momento el terapeuta empezará a darte sugestiones para ayudarte a llevar mejor los problemas que te preocupan. Estos pacientes son mucho más receptivos y flexibles a modificar una conducta, pensamiento o creencia.

Una persona que vaya a recibir un tratamiento de hipnosis tiene que estar dispuesta a ello. Tiene que confiar en esa terapia porque si no, no va a ser nada efectiva y se va a convertir en una pérdida de tiempo tanto para el terapeuta como para el paciente.