Psicología

Escribir un diario para fotografiar nuestros recuerdos

Esta actividad nos puede ayudar a no caer una y otra vez en los mismos errores que cometimos en el pasado

María Alcaraz

María Alcaraz

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Durante la adolescencia escribimos un diario casi por inercia. Contamos nuestros dramas de instituto y después guardamos nuestro preciado cuaderno con un frágil candado que conserva todos nuestros secretos y vergüenzas. Esta es una imagen que hemos visto reflejada en la gran pantalla infinidad de veces. Una joven con brackets abrazando su diario con fuerza mientras sonríe pensando en eso que ha escrito en el cuaderno.

Cuando nos hacemos adultos nos olvidamos de aquello. Puede que sintamos que ya no tenemos tiempo para seguir plasmando nuestras vivencias y pensamientos sobre el papel o que simplemente lo veamos absurdo. Aun así en el celuloide se sigue repitiendo este arquetipo, como aquel rocambolesco diario que llevaba Bridget Jones, en el que contaba los cigarros que fumaba y los kilos que ganaba y perdía; el macabro registro de su día a día que escribía Amy Dunne, la protagonista de «Perdida»; o el completísimo –y escrito en código secreto– diario de Anne Lister, una mujer extraordinaria cuya vida relata ahora la serie de la BBC «Gentleman Jack».

Pero, aunque la costumbre perdure entre los personajes de ficción, nosotros tendemos a perderla con el paso de los años, dado que es una actividad que asociamos con un determinado momento: la infancia y la adolescencia. Lo que debemos tener en cuenta es que escribir un diario es algo que, si convertimos en hábito, entraña infinidad de beneficios. Desde ayudarnos a ordenar y organizar nuestros pensamientos y reflexionar acerca de lo que tenemos que contar y cómo hacerlo, a poder convertirse en el punto inicial a la hora de superar momentos difíciles. Así lo explica María Gallego, psicóloga sanitaria y miembro de Top Doctors, que enumera, entre otras de las utilidades que podemos obtener de escribir un diario, documentar recuerdos para así evitar que se desdibujen con los años, cultivar una dedicación a nosotros mismos o incluso ayudarnos a no caer una y otra vez en los mismos errores al ver plasmadas con claridad nuestras acciones del pasado.

Sacar fuera lo que tenemos dentro

La psicóloga Sheila Estévez, experta en conflictos emocionales, dice que escribir un diario tiene la finalidad «de depositar fuera de uno aquello que tiene dentro», lo que convierte un diario en un conjunto «de recuerdos plasmados en palabras » y conseguimos así fotografiar el recuerdo. Más allá de esto, la profesional habla de que tener un diario no solo nos hace narrar vivencias, sino también elaborar ideas, dejando volar así nuestra imaginación y creatividad. «En este caso el diario tiene una función de crecimiento donde se potenciará la crítica constructiva y el aprendizaje a partir de gestionar lo vivido», comenta.

Tampoco es necesario escribir todos los días sin excepción. Aunque solo se haga de vez en cuando, reflejar nuestros pensamientos nos puede ayudar, explica María Gallego, a «reflexionar sobre lo que nos ocurre», «identificar situaciones problemáticas y comportamientos asociados a ellas» e incluso «a poner nombre a nuestros sentimientos ». «En general, nos ayuda a conocernos mejor, tanto si se lleva a cabo como parte de una rutina como si se hace puntualmente», dice la profesional.

Leer años más tarde algo que escribimos en un punto concreto de nuestra vida es interesante, dado que podremos ver y ser conscientes de nuestra propia evolución emocional. «Releer cómo vivimos situaciones complicadas y fuimos capaces de superarlas ayuda a ser más positivos. También, volver a vivir momentos en los que fuimos felices nos hace disfrutar», apunta María Gallego. Asimismo Sheila Estévez explica que volver a ese «fotograma» pasado nos puede ayudar a identificar «si realmente lo que sentíamos en ese momento se ajustaba al malestar o bienestar real», así como nos brinda la oportunidad de ver «en qué aspectos se ha conseguido una versión optimizada de situaciones parecidas a esas».

El momento íntimo

Otra característica de escribir un diario es que suele ser una experiencia íntima, dado que somos nosotros mismos los destinatarios de lo narrado. «Cuando no nos exponemos a la lectura por parte de terceros se tiende a hacerlo de un modo más natural», puntualiza María Gallego. Comenta que algunas investigaciones señalan que, cuando sabemos que nuestros pensamientos, emociones o sentimientos van a ser leídos por otras personas, tendemos a autocensurarnos por pudor, a omitir ciertos contenidos o incluso a hacer un uso regular de la autoficción.

Sheila Estévez remarca la consecuencia directa de escribir un diario, y es que, al dedicar un rato cada día, semana o mes a confeccionar un diario, vamos a tener un « momento único , íntimo y especial», un hábito que con el paso del tiempo «se convierte en una conversación honesta, sincera y sin filtros», algo que asegura «solo es posible con uno mismo».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación