Emocionario

Disociación

La persona que está usando el mecanismo de disociación suele tener el nivel de atención alterado, puede presentar desorientación en el tiempo y el espacio y se suele comportar de manera automática

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I.M.

La disociación es un mecanismo que utiliza nuestro cerebro para 'desconectar' nuestra mente de la realidad cuando nos encontramos ante una situación límite que sobrepasa nuestros recursos psicológicos para afrontarlo. De esta manera, conseguimos reducir el impacto emocional, la tensión, el miedo y el dolor del momento. En resumen, la disociación es el arma que utiliza nuestra mente para afrontar una situación traumática.

Para saber más sobre ella, se activa de forma instintiva cuando nuestro inconsciente ve claro que no hay salida , que ni nuestra mente ni nuestro cuerpo pueden hacer nada para evitar una situación desagradable para la persona. Es un mecanismo que utilizan mucho las personas que han sufrido abuso infantil o violaciones. Nuestro cerebro se evade de la realidad para no «estar presente» en ese cuerpo maltratado.

Como en todo proceso, la clave de si la disociación se convierte en un problema está en si nuestra mente presenta síntomas de distanciamiento y desconexión de manera constante, llegando a interferir en nuestra vida diaria y, en caso de hacerlo, la intensidad con la que lo hace. Así que es fundamental entender los diferentes niveles de disociación que existen para saber si necesitamos la ayuda de un profesional para tratarla.

Para muchos psicólogos, la disociación es un mecanismo de defensa del inconsciente para no experimentar dolor emocional ante un conflicto o situación estresante. Por tanto, el problema es cuando este mecanismo de defensa es constante en nuestra vida porque se puede llegar a alterar la consciencia, la memoria, el cómo se percibe el entorno e incluso, en los casos más graves, hasta la identidad.

La disociación es muy común que aparezca en los siguientes trastornos psicológicos: el estrés postraumático, la ansiedad, la depresión, el trastorno límite de la personalidad y los trastornos disociativos.

Síntomas más comunes

Hay algunos síntomas que ocurren en la mayoría de los casos de los procesos disociativos, pero que no tienen por qué aparecer a la vez. En general, la persona que está usando el mecanismo de disociación suele tener el nivel de atención alterado, puede presentar desorientación en el tiempo y el espacio y se suele comportar de manera automática. Además, puede ocurrir que la persona afectada no recuerde lo que acaba de pasar hace poco tiempo (lagunas de memoria).

Pasar por un proceso disociativo ante un trauma muy fuerte nos puede provocar una especie de anestesia emocional que nos sirve para protegernos de los dolorosos recuerdos . En los casos más graves, podemos llegar a sentirnos ajenos a nosotros mismos y vemos el suceso como si no nos hubiera pasado a nosotros. Este trastorno es conocido como de despersonalización o desrealización. En definitiva, la persona ve su vida como si fuera una película, llegando a pensar, en muchos casos, que el mundo es irreal. Es muy habitual en personas que están en situaciones de estrés postraumático.

Hemos hablado ya de uno de los grados más graves de disociación en psicología como es el trastorno de despersonalización. Según la American Psychiatric Association otro de estos casos graves de disociación es el llamado trastorno de identidad disociativo (antes llamado trastorno de personalidad múltiple). Este se caracteriza porque la persona tiene dos o más personalidades diferentes que va alternando. Cada una tiene diferentes patrones de comportamiento y actitudes, así que la persona las va utilizando según su estado emocional o las situaciones a las que se enfrenta.

Otra de las consecuencias graves de la disociación es cuando se produce la amnesia disociativa, que consiste en que la persona afectada por la misma no es capaz de recordar hechos autobiográficos relevantes como, por ejemplo, la fecha de su cumpleaños. Esta amnesia no hay que confundirla con el olvido de cosas diarias, ya que la disociativa causa mucho malestar en la persona que la padece.

Por último, otra de las afecciones de la disociación es la conocida como fuga disociativa en la que la persona afectada hace viajes físicos repentinos e inesperados, lejos del hogar o del puesto de trabajo y luego el individuo no recordará parte o la totalidad de su pasado. Este trastorno viene siempre acompañado de confusión, pérdida de identidad y en los casos más severos, la adopción de una identidad nueva.

Gracias a la disociación, apartamos un suceso traumático para nosotros de nuestra mente. El problema es que, por las noches, esto no es fácil de hacer y el trauma que hemos vivido puede reproducírsenos en pequeños flashes en forma de pesadillas. El objetivo fundamental del tratamiento contra la disociación es intentar integrar todos los elementos disociados de manera que la persona consiga vivir de una forma más sana y adaptativa.

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