Muchos psicólogos y profesionales médicos consideran que es un mecanismo de supervivencia o una forma que ayuda a las víctimas a manejar el trauma de una situación desagradable
El síndrome de Estocolmo es un término que sigue causando mucha controversia entre los psicólogos. El origen del nombre y del proceso viene porque en 1973 un atracador mantuvo durante varios días a cuatro rehenes (tres mujeres y un hombre) encerrados en un banco de Estocolmo y cuando la policía consiguió rescatarlos, 6 días después, estos defendían a su secuestrador y criticaban a los agentes de la ley.
El psiquiatra sueco Nils Bejerot, que colaboró con la policía durante el suceso, comenzó a llamar síndrome de Estocolmo a la reacción psicológica que tuvieron los cuatro rehenes de dicho atraco.
Han pasado casi cincuenta años desde aquel suceso y este término, con mucho arraigo en la sociedad, se utiliza para definir la reacción psicológica de una víctima de un secuestro o retención en contra de su voluntad en la que desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo con su secuestrador.
El FBI ha hecho sus propias comprobaciones y consideran que el 27% de los secuestrados llegan a desarrollar el síndrome de Estocolmo con dos tipos de reacción diferentes: por un lado, tienen sentimientos positivos hacia sus retenedores y, por otro lado, muestran miedo e ira contra las autoridades policiales o quienes se muestren en contra de sus captores.
Por qué se produce
Tanto el secuestrador como el secuestrado quieren salir ilesos de esa situación, así que empieza entre ellos una situación de cooperación. También, los rehenes intentan protegerse, cuando la situación es incontrolable, y tratan de cumplir los deseos de sus captores.
Y, además, la pérdida de control total por parte del secuestrado durante el tiempo que está retenido, es difícil de digerir y se hace mucho más llevadero en el momento en el que víctima se identifica con los motivos del autor del delito.
Muchos psicólogos y profesionales médicos consideran que el síndrome de Estocolmo es un mecanismo de supervivencia o una forma que ayuda a las víctimas a manejar el trauma de una situación desagradable.
Se trata de un término muy conocido por todos, pero no está reconocido o diagnosticado como un trastorno de salud mental , aunque no cabe duda que sigue despertando gran interés entre los profesionales de psicología para explicar determinados comportamientos en situaciones extremas.
Como decíamos al principio, el síndrome de Estocolmo es muy controvertido entre los psicólogos ya que hay algunas corrientes de estos profesionales que consideran que las víctimas de abusos por parte de su pareja desarrollan este síndrome, ya que creen que estas establecen estrategias de supervivencia tanto física como psicológicamente, de forma consciente o inconsciente, que girarían en torno al trauma de la victimización.
Este paralelismo ha sido rechazado por otros investigadores al diferenciar la relación íntima que se tiene con una pareja a la que se puede establecer con un extraño, como es el caso del secuestrador.
El fenómeno del síndrome de Estocolmo
El psiquiatra Bejerot fue el primero en denominar el síndrome de Estocolmo tras el caso con el que colaboró con la policía en 1973 cuando los cuatro secuestrados se pusieron de parte y defendieron a su secuestrador, no solo al conseguir su liberación, si no tiempo después.
Un año después de este suceso se volvió a poner de actualidad el síndrome de Estocolmo cuando Patricia Hearst, nieta del magnate de la comunicación William Randolph Hearst, fue secuestrada por el Ejército Simbionés de Liberación (organización terrorista y extremista de izquierda estadounidense que estuvo activa entre 1973 y 1975) y dos meses después de esto se une a ellos para llevar a cabo un asalto a un banco y sus abogados utilizan el síndrome de Estocolmo para su defensa en el juicio. Sin embargo, esto no fue aceptado por el tribunal y Hearst fue condenada por el atraco.
El psicólogo Tomás Navarro explica por qué es importante protegerse emocionalmente de algunas personas. Es una de las claves de su libro 'Tus líneas rojas', cuyas ideas comparte cada 15 días en ABC Bienestar