Yoga para pacientes de cáncer: una forma de aliviarles el dolor
A nivel físico ayuda a descomprimir las articulaciones y, si la persona ha tenido alguna cirugía, moviliza suavemente los tejidos; es una forma de hacer ejercicio, pero de manera muy tranquila y adaptada. Además, serena las emociones y proporciona ecuanimidad a la mente
Una vida de éxito, con familia y trabajo estupendos, puede verse truncada de la noche a la mañana por un diagnóstico de cáncer. Pedro (nombre ficticio), de 50 años, fue diagnosticado de un cáncer que se le había extendido al cerebro y pulmones por culpa de la metástasis. Había pasado épocas de estrés alguna que otra vez, pero comparado con el nivel tan alto al que se enfrentó a causa de la noticia, eso quedó en nada.
El pronóstico era muy grave, como mucho seis meses de vida, y la angustia era tal que no podía dormir ni tomando pastillas. A raíz de ello, Pedro contactó con Mireia Coma-Cros, experta en adaptar el yoga a personas con tratamientos oncológicos, y comenzaron a practicar esta disciplina varias veces a la semana.
Gracias a esta práctica consiguió herramientas con las que calmar la gran tensión física y mental que sentía y activar la relajación del organismo , así como ganar movilidad, flexibilidad y fortalecer la musculatura. «Pensaba que el yoga era una tontería, pero ahora me doy cuenta de que funciona, porque con todos los problemas que tengo, consigo momentos de total paz».
Coma-Cros, autora del libro ' Yoga para alejarnos del dolor ' (Arpa), comenzó con esta disciplina cuando era adolescente, pues su tía abuela tenía un centro en Barcelona y más familia lo practicaba. «Desde ahí siempre me ha acompañado», declara, y destaca cómo esta actividad equilibra nuestras funciones físicas y psicológicas, estimulando la homeostasis.
Beneficios del yoga
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Reduce la inflamación
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Estimula el sistema inmune
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Mejora la salud cardiovascular y la del cerebro
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Promueve la autorregulación del cuerpo
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Disminuye el estrés en el 80% de personas que lo practican, según el Instituto Nacional de Salud de EE.UU.
Los pacientes oncológicos –señala la experta– son personas con un alto nivel de estrés, debido a los tratamientos a los que se ven sometidos y a sus fuertes efectos secundarios. El yoga les ayuda tanto a nivel físico, emocional como cognitivo, y les lleva a introducir cambios en su vida que la hacen más saludable.
«A nivel físico ayuda a descomprimir las articulaciones y, si el paciente ha tenido alguna cirugía, moviliza suavemente sus tejidos . Por lo que es una forma de hacer ejercicio, pero de manera muy tranquila y adaptada», explica.
Por otra parte, la regulación de la respiración equilibra el sistema nervioso autónomo, lo que lleva a una relajación profunda del cuerpo y reduce los niveles de estrés . «A una persona que tenga un cáncer avanzado o poca movilidad, la conciencia corporal y respiratoria con movimientos muy suaves (quizás de solo una mano) ayuda a centrar la mente en el momento presente y alejar los pensamientos dolorosos», expone Coma-Cros.
Una vez que la mente está en calma y los pensamientos se silencian o están en un segundo plano, el paciente entra en un estado de meditación, de relajación profunda, que le permite observar su situación como es y no como querría que fuera. Y es que esto último genera mucha tensión e impotencia, lo que lleva a la rumiación mental. «Sin embargo, la aceptación lleva a la paz».
El yoga se adapta al paciente, no al contrario
Esta disciplina consigue llenar de energía y empoderar a personas que sufren enfermedades oncológicas, pues les transmite autonomía y la capacidad de poder hacer algo por ellos mismos.
La experta subraya que es el yoga el que se adapta al individuo y no al contrario, a través de aspectos que ha mencionado a lo largo del artículo como la conciencia corporal, movimientos suaves, regulación de la respiración, una relajación profunda y la meditación.
«No se trata del yoga fitness que vemos en Instagram, sino de posiciones que sirven para liberar tensiones físicas y psicológicas», apunta Coma-Cros. En su libro comparte algunas posturas sencillas que se pueden adaptar según el individuo y hace hincapié en dos conceptos: 'sthira' y 'sukham'. «Uno significa firmeza, fortaleza y estabilidad y el otro dulzura, ternura y suavidad. En las posturas de yoga cada uno tiene que encontrar un equilibrio entre ambos, lo que demuestra que es una práctica individual».
No obstante, aunque sea una práctica individual, en el caso del cáncer, el poder compartir esta actividad con otras personas en la misma situación, aumenta el bienestar. Además, la regularidad también es muy importante, pues desarrolla una flexibilidad en el organismo y en la mente que hace que cada vez sea más fácil activar la relajación en el cuerpo y desconectar. «De esta forma, los efectos negativos del estrés estarán durante menos tiempo en tu cuerpo», incide la experta en yoga.
«En los pacientes con cáncer, aunque haya partes del cuerpo que estén más sensibles o sean más vulnerables, hay otras que están totalmente bien y funcionan perfectamente. Así, el conectar con ellas modifica la percepción de uno mismo haciendo que esta sea más positiva», recuerda Mireia Coma-Cros.
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