Vitamina E

Se trata de una vitamina liposoluble, es decir, que se disuelve en grasa para poder ser aprovechada por el organismo. La vitamina E, al contrario de lo que se pueda pensar, no es un elemento único sino que se trata de un grupo de ocho compuestos que incluyen cuatro tocoferoles y cuatro tocotrienoles.

Aunque existe una cantidad diaria recomendada de vitamina E, establecida en 15 miligramos para los adultos, se puede acumular en el hígado como reserva y aprovecharse en momentos en los que el aporte sea insuficiente.

Las funciones de la vitamina E son varias. La más popular es que se trata de un potente antioxidante , de hecho es el principal, que protege los tejidos del daño provocado por los radicales libres por eso se considera que protege de los daños y afecciones relacionados con el envejecimiento. Además, es imprescindible para mantener el sistema inmunitario en buen estado y fuerte para luchar contra virus y bacterias y está implicada en la formación de glóbulos rojos.

Entre sus funciones también está colaborar para el aprovechamiento de la vitamina K, implicada en la coagulación de la sangre y en la salud de los huesos, además de ayudar a dilatar los vasos sanguíneos y a impedir que la sangre coagule en ellos.

Es muy difícil que se produzca déficit de vitamina E dado que está presente en numerosos alimentos siendo los principales los aceites vegetales, algunos frutos secos, semillas, hortalizas de hoja verde o algunos cereales. De hecho, no existen casos documentados de personas que haya sufrido carencia de esta vitamina por una dieta deficiente en este sentido, sin embargo, los suplementos y el refuerzo de algunos alimentos como los cereales de desayuno son muy populares.

Tampoco existe riesgo de sobredosis de vitamina E a través de la alimentación si bien es posible que se produzca por un consumo inadecuado de suplementos en cuyo caso se incrementa el riesgo de hemorragia cerebral. Por su parte, su carencia puede provocar anemia hemolítica.