Nutrición
Los mitílidos, conocidos popularmente como mejillones , son uno de los mariscos más populares y humildes a la vez que sabrosos. Un molusco bivalvo muy interesante tanto a nivel económico como gastronómico. Viven en las zonas intermareales como las zonas sumergidas de las costas de todo el mundo. Son animales filtradores que se alimentan de fitoplancton y materia orgánica en suspensión. Además de los humanos, su principal predador es la estrella de mar.
En las costas españolas la principal especie es el Mejillón Mediterráneo que ha desplazado al Mejillón común y al Mejillón del Cantábrico. Los romanos fueron los primeros en consumirlo con asiduidad y en cultivarlo creando los primeros criaderos en diferentes emplazamientos. Durante la época nazarí perdieron protagonismo, un protagonismo que recuperaron gracias al cocinero de Felipe II, el gallego Martínez Motiño, que los preparaba habitualmente para en la Corte.
Actualmente se consume a lo largo y ancho de todo el mundo y en países como Bélgica o Francia existen restaurantes dedicados a la preparación y venta de este molusco que sirven con patatas fritas y que es un plato muy popular.
Además de frescos, una de las formas de consumo más corriente es en conserva en escabeche . Unas conservas que nacieron como solución para proveer de alimentos a los ejércitos de manera práctica sin los inconvenientes de los botes de cristal y que llegaron a España en 1840 donde fueron aceptadas rápidamente. De hecho solo un año después nacía la primera conservera en Galicia. Y es en Galicia donde se produce el 95% de todo el mejillón que se consume cada año en España, 250.000 toneladas.
El mejillón gallego es conocido por su calidad y sabor . Se «cultivan» en más de 3.300 bateas que propician más de 7.000 puestos de trabajo directo y unos 15.000 indirectos. Además, suponen un auténtico minifundio ya que la mayoría de los propietarios tienen solo una o dos bateas.
El mejillón puede ser el ingrediente principal de un plato o uno más en recetas de arroz o de calderetas. Pero además de un tesoro gastronómico son un tesoro nutricional. Rico en proteínas y con pocas calorías son ricos en vitamina A, vitaminas de grupo B (1,2, 3, 5, 6, 9 y 12), vitamina C, D, E y K, así como minerales: calcio, cobre, fósforo, hierro, magnesio, manganeso, potasio, selenio, sodio, yodo y zinc.
Fortalece el sistema inmunológico gracias a su alta cantidad de vitamina A. Estimula la producción de glóbulos blancos y participa en la restauración de huesos.
Es un aliado de los músculos por su alto porcentaje de proteínas equivalente ya que un puñado de mejillones tiene tanta proteína como un filete de carne magra.
El calcio, el fosforo y la vitamina D son buenos para los huesos y los dientes. Además cuenta con propiedades antioxidantes.
Una taza de mejillones contiene casi el 30% de la ingesta diaria requerida de fósforo. La función principal del fósforo es la formación de los huesos y los dientes.
Ayuda en el crecimiento, mantenimiento y reparación de células y tejidos.
Cuenta con propiedades antiinflamatorias gracias a sus ácidos grasos omega-3.
Se ha investigado que, si se tienen niveles altos de vitamina B12, el tratamiento de la depresión consigue mejores resultados. Por ello se puede decir que el consumo de mejillones ayuda a tratar la depresión.
Lo principal a la hora de consumir mejillones es asegurarnos de su procedencia y de que ha seguido los canales de comercialización autorizados. La importancia de que las zonas de producción sean controladas asegura y de que provengan de establecimientos garantizan que se haya producido una adecuada depuración de los moluscos para evitar la acumulación de contaminantes, sean de origen fecal, de plancton o de otros.
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