Entrevista
Aitor Sánchez: «Una mala alimentación puede hacer que la respuesta del cuerpo al coronavirus sea peor»
El dietista-nutricionista, tecnólogo de alimentos y autor de «Mi dieta cojea» insiste en que lo prioritario es quedarse en casa y cumplir las recomendaciones sanitarias para contener la expansión del Covid-19
Cuenta Aitor Sánchez , dietista-nutricionista, tecnólogo alimentario, investigador, divulgador y autor de «Mi dieta cojea», «Mi dieta ya no cojea» y «¿Qué le doy de comer?» que el contexto creado por la amenaza del Covid-19 nos sitúa en un «momento histórico» en el que muchas personas se están viendo en la obligación de reinventarse y poner a prueba su comportamiento y su capacidad de respuesta ante un incertidumbre que imposibilita hacer planes o proyecciones a largo plazo.
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Al igual que otras muchas personas Aitor Sánchez, que co-dirige el Centro de Nutrición Aleris en Madrid, ha tenido que reconducir la atención de sus pacientes al formato on line y ha dejado de participar en conferencias y formaciones. Pero sigue tomando el pulso a diario a lo que estamos viviendo tanto a través de sus colaboraciones en medios de comunicación como desde sus redes sociales (con casi 250.000 seguidores en Instagram , más de 72.000 en Twitter , unos 74.000 suscriptores en YouTube y más de 108.000 seguidores en Facebook ). Con él podríamos haber hablado de los mitos alimentarios que siguen circulando a modo de bulos , de si importa o no que nos saltemos el desayuno, de su opinión sobre el ayuno intermitente, de si tiene alguna explicación el incremento de las alergias alimentarias o de si existen o son una mentira los «superalimentos», pero lo cierto es que, en un contexto así en el que el coronavirus es omnipresente, todo cambia. Hasta las entrevistas...
¿Cree que estamos más mentalizados para cumplir las directrices sanitarias que ayuden a contener la expansión del Covid-19?
No tengo datos para confirmar si estamos o menos concienciados y lo que diga pueden ser conjeturas. La sensación que tengo es que estamos desalineados unos con otros. Hay niveles de concienciación muy dispares. Algunas personas están muy preocupadas y están concienciando a otras incluso a veces de manera alarmista y otras personas, sin embargo, se lo están tomando muy a la ligera.
Pero la situación que en realidad temo es que seamos poco pacientes, que interpretemos que esto no es para tanto y que no hagamos el necesario confinamiento riguroso. Mi temor es que la gente se tome esto como una acampada que dure unos pocos días y que después no siga cumpliendo lo que se necesita. Espero y deseo que nos lo tomemos en serio hasta el final .
En el ámbito de la nutrición, ¿esta situación hace que nos estemos alimentando peor que antes de que se iniciasen las recomendaciones sanitarias de aislamiento? ¿podemos estar perdiendo los avances para comer sano que se estaban haciendo?
La verdad es que, si uno lo analiza podemos afirmar sin ninguna duda que en España no hemos mejorado los hábitos . Creo que las redes sociales nos generan a veces una burbuja brutal que nos hace creer que sí, pero lo que se aprecia en las estadísticas es que en España hemos seguido comiendo cada vez peor. Tal vez la gente haya tenido la percepción, a través de las redes sociales (sobre todo en Instagram ) de que se están divulgando más los temas sobre nutrición y que estos están llegando más a la gente pero los datos dicen lo contrario. Esto se debe a que gran parte de la población española que es consumidora de productos de alimentación no está en Instagram subiendo fotos de "ensaladas con aguacate". Son muchas las personas que tienen una disponibilidad de recursos menor y una vulnerabilidad mucho mayor.
Entonces, ¿qué pasa con lo que parece que se está consiguiendo desde la divulgación de la nutrición en las redes sociales?
En realidad eso se está consiguiendo en un perfil concreto de gente que ya tiene acceso a la información y los suficientes recursos para permitírselo. La población general no está comiendo de forma saludable . Lo que sí que es cierto es que a lo mejor ese grupo de población que había aprendido muchas cosas relacionadas con la alimentación saludable se esté dando cuenta ahora de que el contexto cambia mucho su realidad y que no va a poder hacer muchas de las cosas que antes hacía.
Lo estamos viendo ya en los supermercados donde la salud es desde hace unos años una motivación en la decisión de compra, pero ahora esto ha pasado a un segundo plano. Es comprensible.
Pero aún en este contexto, ¿se pueden dar consejos para comer de forma más saludable?
Sí, pero me gustaría darle la vuelta a esta situación y mirarlo por el lado positivo. Muchas veces hemos dicho que no comemos de forma saludable por obstáculos como «no tener tiempo» o porque nos falten ideas y no tengamos ni el tiempo ni las ganas de buscarlas. Pero quizá sea el momento ahora de mirar esto con otros ojos y darnos cuenta de que esta situación puede ser una oportunidad para aprender a cocinar , para acordarse de cosas tan sencillas como poner unas legumbres en remojo o simplemente para organizarnos mejor .
A la hora de hacer la compra, ¿qué tenemos que mejorar? ¿será un impedimento para comer sano la falta de disponibilida de algunos alimentos?
Salvo excepciones, no creo que la gente no pueda comer sano por la falta de alimentos. Lo único que quizá vea en el supermercado es que no siempre va a tener a su alcance los productos que suele usar o que tal vez la disponibilidad de alimentos no sea tan abundante como otras veces.
Pero si lo miramos con perspectiva claro que se puede seguir haciendo una compra saludable en el supermercado . Lo que sí es cierto es que hay que esa compra debe ser más inteligente y si alguno de los productos que consumimos esstá agotado, simplemente tienes que pensar que no es el fin del mundo y que hay otras alternativas.
Está claro que no hay nada ahora mismo que indique que nos podamos quedar, por ejemplo, sin verduras. Podemos encontrar verduras frescas, congeladas, en conserva... No tenemos un problema de desabastecimiento , sino tal vez una falta de variedad porque, entre otras cuestiones, la gente ha comprado con un comportamiento que no ha sido el habitual, o el normal. Las superficies de distribución no estaban preparadas para que la gente comprase reservas de alimentos para un mes, por ejemplo. Nos hemos encontrado en las redes sociales esas imágenes de supermercados vacíos o de situaciones preocupantes, pero en realidad no lo son tanto porque no nos vamos a enfrentar a una situación de desabastecimiento. En esa cuestión ha habido demasiado pánico injustificado .
Lo más importante y prioritario es que nos demos cuenta de que no va a faltarnos de nada y que no tiene que cundir el pánico.
¿Te pareció llamativo el comportamiento de los consumidores en este contexto?
En realidad no porque estamos viendo actos de todo tipo, desde los muy egoístas hasta otros que nos pueden devolver la fe en la humanidad.
No sorprende el hecho de ver actos egoístas porque estamos acostumbrados a mirarnos el ombligo. Pero lo que sí me ha llamado la atención es el modo de visibilizar estas cuestiones que algunas personas han hecho las redes sociales retroalimentándolo o incluso dando más gravedad al asunto del supuesto desabastecimiento de lo que realmente merece. A veces se publica en una red social la foto de una estantería vacía , pero el resto del supermercado está lleno aunque eso no ese muestre. Y eso es algo que alimenta y contribuye al pánico. Todos somos conscientes, creo, de que los supermercados no solo o están vacíos sino de que, si en algún momento faltase alguna cosa, es probable que esta fuese repuesta en seguida. Pero la gente ha querido hacer tremendismo con ello.
¿Has identificado que hayan proliferado bulos recientes en relación a la alimentación o realmente ha pasado a un segundo plano?
Me tranquiliza, en parte, que no se le esté dando mucha importancia a los mitos relacionados con la alimentación, por ejemplo. Lo digo con sinceridad porque a veces creo que si todo el mundo hablamos de «lo nuestro» corremos el riesgo de animar a cambiar las prioridades o la percepción de las prioridades.
Ahora no tiene sentido magnificar la importancia de la alimentación, a pesar de que esta sea, por supuesto, importante para nuestra rutina y nuestros hábitos saludables, pero lo que ahora es momento de priorizar y poner en orden la importancia de las cosas. Sería poco riguroso por mi parte que mis comunicaciones diarias se dirigiesen a recomendar lo que sí y lo que no se debe comer para protegerse frente al coronavirus, por ejemplo.
Lo que tenemos que hacer es encerrarnos en casa y guardar la higiene , el lavado de manos y las medidas de protección necesarias y el resto pasa a un segundo y a un tercer plano. Es cierto que muchos compañeros y compañeras están divulgando este tipo de información con la mejor de las intenciones y eso está muy bien pero eso siempre tiene que ir seguido del mensaje principal que sigue siendo, como sanitarios que somos, la consigna de «quédate en casa». Esto es lo que me parece más importante en el orden de prioridades.
En definitiva, de entre todas las posibles tonterías que se podrían decir en una situación como ésta es cierto que no estamos teniendo una comunicación extraordinaria o que vaya más allá de lo de siempre.
¿Pueden los alimentos contribuir o no a fortalecer el sistema inmunitario?
En cuestiones de salud, la relación entre la alimentación y el modo en que nos afecta cómo comemos ante la posibilidad de contraer enfermedades o infecciones creo que siempre se enfoca mal porque sucede justo lo contrario de lo que intentamos plantear. Lo que nos pasa es que siempre buscamos cuáles son los «alimentos buenos para algo» como si estos nos fuesen a salvar. Pero la realidad es que si tuviésemos que determinar dos cuestiones sobre cómo nos afecta la salud en este ámbito habría que hablar mejor de los alimentos que nos pueden perjudicar o que pueden hacer que nuestro cuerpo funcione peor o sea más sensible a ciertas agresiones. Y uno de los casos más claros es, por ejemplo, las bebidas alcohólicas.
Y tamién sucede que buscamos cuál es el alimento que nos ayuda a mejorar cuando en realidad es más interesante un enfoque más cercano a la nutrición deportiva . Lo explico con un ejemplo. Nosotros decimos que la alimentación nunca va a conseguir que ganes un campeonato o una medalla de oro. De hecho, la nutrición no tiene esa capacidad, pero sí que puede hacer que la pierdas y que no estés en el estado óptimo para correr esa carrera. Y eso es lo que nos pasa con el coronavirus. La dieta no hará que prevengas el coronavirus , pero una mala alimentación sí que puede hacer que sea más grave o sí que puede hacer que la respuesta de tu cuerpo sea mucho más perjudicial o no te resulte posible combatirlo de la misma manera.
Y es así como lo tenemos que ver. No hay que hablar tanto de los alimentos que nos pueden «salvar» como del hecho de que si tu estado de salud no es óptimo eso puede influir de manera muy negativa en tu salud, tanto a la hora de coger una infección como a la hora de sufrir un debilitamiento de tu sistema inmunológico.