Tras la máscara

El actual gobierno del Ayuntamiento de Madrid debería poner mayor empeño en no ofender gratuitamente a sus ciudadanos

BIEITO RUBIDO

La máscara, a pesar de ser elemento recurrente en la vida política, entraña sus defectos y riesgos. Ya sea porque desvirtúa la realidad, ya sea porque la muda en esperpento . La irreverencia carnavalesca es sana y ayuda a aliviar con humor la gris cotidianidad, pero utilizar esa alegría para banalizar el odio es una peligrosa tentación.

La extrema izquierda cede a ella con excesiva frecuencia, aunque luego se disculpe siempre ante la fechoría como el escolar sorprendido en su mala conducta: ha sido sin querer o sin saber. El manido recurso a la ignorancia. Peligrosa mezcla para la transparencia democrática ese mestizaje entre careta ocultadora, disparate buscado, frivolización del odio y excusas a destiempo.

El actual gobierno del Ayuntamiento de Madrid debería poner mayor empeño en no ofender gratuitamente a sus ciudadanos. Tanta voluntad y talento para la afrenta, y tan pocas habilidades para generar empleo. Da la impresión de que en la capital de España todo el año es Carnaval , y lo menos importante ya empieza a ser equivocarse con la programación

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