El toro de Copenhague

Siempre hay una minoría gritona que se impone a la mayoría silenciosa y, a veces, cobarde

POR BIEITO RUBIDO

Siempre hay una minoría gritona que se impone a la mayoría silenciosa y, a veces, cobarde. Lo escribió Castellio en sus enfrentamientos con Calvino, y la España política de hoy es otro buen ejemplo. Una parte menor de la sociedad, que suma cientos de miles pero sigue siendo una minoría, gobierna las grandes ciudades -con la complicidad calculada del PSOE- y su gestión anticipa lo que cabe esperar si llegan a tomar las riendas del país . Uno de su tics recurrentes es la invocación de Dinamarca como paradigma de la Arcadia feliz levantada por la izquierda. De nuevo, la prueba de que muchos de nuestros males sanarían si viajásemos más, especialmente los políticos. En el admirado territorio escandinavo, que es una monarquía parlamentaria como España, el despido no es libre, pero casi. Además de por los tragos de oporto, los daneses han apostado por la silueta del toro de Osborne, tan característica de nuestras carreteras, para que el parque Superkilen de Copenhague sea un homenaje al cosmopolitismo de aquel país y a su realidad multicultural. ¿Quién nos lo iba a decir?

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