Propuestas o sortilegios

A la política española siempre le sentó bien Cádiz, aunque las ideas juradas en San Felipe Neri durasen poco tiempo. Ayer la fuerza política emergente de Ciudadanos se desplazó hasta ese extremo de España para plantear –no sin cierta carga simbólica– hasta treinta propuestas distintas, que casi en su totalidad firmaríamos la mayoría de los españoles. El PP podría hacerlas suyas fácilmente. No sé si todas, pero sí gran parte. Me temo, sin embargo, que algunos entienden estas iniciativas más como conjuros salidos del libro del mago Merlín que como frutos de un conocimiento preciso de lo que ahora mismo es España. Ciudadanos, al igual que todos los partidos nacidos en un contexto de crisis y a los que el viento les sopla a favor impulsados por el factor novedad, corre el riesgo de confundir sus planteamientos de cambio con sortilegios. Eso le ocurre especialmente a Podemos, y algo menos a la formación de Rivera, más pegada a la realidad. Por eso es bueno permanecer alerta y ser exigentes ante promesas hermosas, para que no queden en mera palabrería, antesala del vacío más absoluto, como se comprueba ahora mismo en las ciudades que gobiernan los emergentes.