EL ASTROLABIO

La perversa inestabilidad política

Que a nadie le quepa duda de que las principales víctimas de todo el delirio secesionista son los propios catalanes

BIEITO RUBIDO

Que a nadie le quepa duda de que las principales víctimas de todo el delirio secesionista son los propios catalanes. La inestabilidad sólo resta atractivo. Las consecuencias no son inmediatas, pero la Historia no será benévola en su juicio con aquella clase política que ralentizó y deterioró –aún no sabemos hasta qué grado– el progreso económico de Cataluña. Días pasados, se hizo pública una estadística sobre el crecimiento de los países miembros de la UE en los últimos quince años. El que más se expandió fue Gran Bretaña, merced a su bipartidismo casi perfecto, que siempre otorgó seguridad y equilibrio. El segundo puesto lo ocupa España, con un bipartidismo relativo, pero bipartidismo al fin y al cabo. El farolillo rojo, el último, es Italia. Sencillamente, no creció. La causa: unos gobiernos frágiles y volubles integrados por hasta cinco partidos. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Aplíquese, de todos modos, el análisis a Cataluña y, amén de las fugas de tesorería de sus patriotas y del benéfico rescate continuado del Fondo de Liquidez Autonómica, cualquier ciudadano bienintencionado sacará conclusiones.

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