Otra anomalía de España

Además de lamentarnos, deberíamos ser positivos y optimistas, tal y como Carlos Herrera nos propuso el jueves en su discurso de la entrega de los Premios Cavia. Pero hay días y asuntos, afanes y esfuerzos, que no siempre invitan a la esperanza. Entre las anomalías que sufre la España actual, se encuentra la ausencia de una socialdemocracia moderna, europea y ocupada en los problemas que de verdad afectan e inquietan a los ciudadanos, que no son precisamente los que salen de laboratorios de ingeniería social. Hace tiempo que somos muchos los que pedimos que los socialistas vuelvan donde siempre estuvieron y escapen de la deriva en la que el zapaterismo los abandonó. Sin brújula ni carta marina, se adentran en la mar arbolada, donde la navegación se hace tan complicada. Hasta ahora, España ha vivido con la tranquilidad de saber que la alternancia entre centroderecha y centroizquierda garantizaba estabilidad al país y, por ende, a todo lo demás. Esa seguridad ya no existe. Solo hay que ver cómo se están gobernando Aragón y la Comunidad Valenciana para concluir que el PSOE de hoy no tiene nada que ver con la socialdemocracia europea. Y los votantes, lógicamente, se dan cuenta.