El monopolio del progreso

El progreso es todo aquello que nos hace mejores; lo que nos permite ser más libres, más cultos, más justos, más felices

BIEITO RUBIDO

Funesta y arcaica. Así es la idea, ya superada, según la cual el progreso es un monopolio de la izquierda política. Con frecuencia, a estos políticos instalados en los más viejos clichés y lugares comunes, se les llena la boca con la palabra «progreso»; como si con su sola pronunciación ya se arreglasen por ensalmo todos nuestros problemas. Ahí están Carmena y Colau, incapaces de solventar el conflicto de la desigualdad. El progreso es todo aquello que nos hace mejores; lo que nos permite ser más libres, más cultos, más justos, más felices. Para ello son necesarios muchos elementos y que confluyan circunstancias muy diversas. La primera de todas ellas, una verdadera fe democrática, basada en el respeto al contrario. El progreso es patrimonio de todo aquel ciudadano que quiere que su país, su sociedad –incluidos sus rivales–, vaya mejor, y para ello hay que pensar en grande. Como lo hicieron Einstein, Marie Curie, Fleming o Jobs. Ellos sí mejoraron la vida de generaciones y generaciones. Pero incluso Steve Jobs era más humilde que Pedro Sánchez, ya que sabía que el progreso sólo se alcanza a través de la cooperación.

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