Lecciones del pasado
A la nueva clase política, cargada ya de los vicios de la vieja, hay que recomendarle más lecturas y menos tuits
Cuando la vida se reduce a las redes sociales y al WhatsApp, uno termina por inventarse un referéndum de independencia en Andalucía o por reinterpretar el sistema laboral de Dinamarca. Es decir, acaba por demostrar una ignorancia solemne. Desde Joaquín Costa hasta hace muy poco, el problema de España era de escuela y de despensa. Así planteaba el ilustre aragonés la regeneración de España. Lo de la nevera está arreglado con sobrealimentación de mala calidad, pero lo de la formación se ha complicado con aquellos que limitan toda su cosmovisión a las redes sociales. Útiles, pero insuficientes y, sobre todo, sectarias. Por eso, a la nueva clase política, cargada ya de los vicios de la vieja, hay que recomendarle más lecturas y menos tuits. Así dejarían de usar a destajo la «K», y de paso se darían un garbeo por la historia de España para evitar aquello que lamentaba con frecuencia Spinoza: «Si no quieres repetir el pasado, estúdialo». Está nuestro pasado, reciente y lejano, cargado de buenas lecciones. Así que en la confusión reinante, por fin, tenemos un consejo que dar: más biblioteca y menos emoticonos.