El helado de Dios
Las cabalgatas han sido la peor demostración de cómo puede actuar una fuerza política que ni siquiera tiene la legitimidad del apoyo mayoritario de los ciudadanos
El singular momento que vive España se manifiesta con toda crudeza en la imposición de una minoría sobre las creencias de la mayoría. Las cabalgatas del 5 de diciembre han sido la peor demostración de cómo puede actuar en un país y en una sociedad una fuerza política que ni siquiera tiene la legitimidad del apoyo mayoritario de los ciudadanos. Primero, acosaron a los belenes hasta reducirlos a la mínima expresión. Y casi a la clandestinidad. Más tarde, manipularon e instrumentalizaron una tradición secular como es la llegada de los Reyes Magos al final de la Navidad, en un claro atentado al credo del grueso de los españoles que, aunque les pese, son católicos. Se cuenta que, durante los inicios de la revolución cubana, a los alumnos de las escuelas de primaria se les daba un helado. Cuando apenas lo habían lamido y saboreado, el profesor les preguntaba si creían en Dios. Si la respuesta era afirmativa, les quitaba el dulce y les decía: "Que venga Dios y te dé otro helado". No jueguen con los niños ni los escandalicen. Es lo único que les faltaba.