EL ASTROLABIO
Paz frente a intolerancia
Europa, tan acostumbrada en el pasado a los conflictos, está perdiendo a borbotones esa serenidad y armonía tan constructivas
Dentro del desorden ideológico que padecemos, donde falsos paradigmas se instalan en nuestra sociedad sin apenas reflexión y el pensamiento lejía fluye en las redes sociales, conviene acudir de nuevo a nuestro amigo san Agustín. Se hace oportuno volver a poner en valor aquello de que «la paz es un bien tal que no puede apetecer otro mejor ni poseerse otro más provechoso». Europa, tan acostumbrada en el pasado a los conflictos, está perdiendo a borbotones esa serenidad y armonía tan constructivas. Todavía nos duele el 11 de marzo en Madrid… y Londres, y París y, por qué no, Siria. La paz no conoce fronteras. No es una cuestión de lugar ni tiempo. El escenario puede ser cualquiera. Resulta edificante ver a algunos europeos luchando por ella. Y seguramente, será más hermoso todavía comprobar cómo otros se solidarizan y se arrojan al campo en socorro de aquel que necesita ayuda. En estos casos, siempre aflora lo mejor y lo peor del hombre. Por eso, tal vez por eso, no hay que suspender ningún partido más. Cada golpe de balón que dejamos de dar es una pequeña victoria de la intolerancia.