La España adolescente
Hemos convertido nuestro tablero político en un laberinto. Se trata del reflejo de una España adolescente
La madeja de la formación del nuevo gobierno de España se va desenredando a ratos, aunque tendemos con frecuencia a la casilla de salida, lo que nos agota y aburre. Ya no es el tedio del buen funcionamiento de la democracia. Alabada rutina. Es el hastío de comprobar lo harto complejo que resulta salir de ese laberinto en que hemos convertido nuestro tablero político. Se trata del reflejo de una España adolescente. Ese tramo de la vida en el que uno cree saber, cuando lo ignora todo. Por eso no abordamos las cuestiones de fondo y nos quedamos siempre en la anécdota. De lo contrario, no podríamos pasar por alto informaciones como la que ayer publicó este diario, según la cual se estima en 80.000 millones el impacto de la economía sumergida sobre el PIB español. Es decir, que casi un millón de personas trabajan sin declararlo, de acuerdo con el estudio de Asempleo. Somos un país lleno de virtudes, aunque con atávicos defectos que hunden sus raíces en nuestra tradición picaresca. Todos tenemos que asumir nuestra responsabilidad. La vida comienza de verdad cuando uno asume sus obligaciones y deja atrás la adolescencia.