Entre la comedia y la tragedia

Con las mismas palabras y con los mismos materiales se escribe una tragedia que una comedia. Salvo sorpresas que no se esperan, este lunes se redactará en Cataluña un nuevo capítulo de una comedia que tiende a tragedia. Para tratar de entender a estas alturas lo que allí ocurre, conviene no ser ingenuo ni tampoco prepotente. Envolverse de la frialdad suficiente y recordar cómo en 1646 Alejandro de Ros ya constató en sus discursos políticos que «los mayores enemigos de Cataluña son los mismos catalanes». ¿Le hacía falta de verdad a la sociedad catalana llegar hasta el día de hoy, hasta este justo punto, para vivir mejor? ¿De verdad, era necesario esto? ¿Qué provecho y progreso alcanzará al devenir cotidiano de la ciudadanía tras un nuevo episodio de confrontación con el armazón legal de la democracia española? Una vez más, conviene concluir que lo innecesario es un error, y lo de esta mañana en el Parlamento de Cataluña es una equivocación que sobre todo van a pagar los propios catalanes. De nuevo, las supuestas buenas intenciones naufragarán en el golfo de la malicia.