Juan José Borrero - NO NI NÁ
El talento sin talentos
ANDALUCIA es tierra de talento. Inteligencia y aptitud a granel que desbordadas buscan las tuberías que marquen el camino hacia su transformación en riqueza. Por talento también se conoce a la unidad de medida monetaria utilizada en la antigüedad y que se correspondía con el peso aproximado del agua necesaria para llenar un ánfora. Talentos y talento mueven el mundo. Y aquí sobra talento y faltan talentos.
Las inquietantes noticias sobre el futuro de Abengoa nos han puesto de nuevo ante el precipicio de la vulnerabilidad económica de Andalucía. En pleno debate de si es preciso buscar un nuevo modelo económico o sacar todo el partido al modelo que tenemos, el riesgo de perder una multinacional autóctona con miles de puestos de trabajo y un legado de innovación en el desarrollo de las energías renovables es un duro golpe cuyas consecuencias económicas son imprevisibles.
En este momento es más urgente buscar salvadores que culpables a estas encrucijadas en el camino de la recuperación económica, pero es inevitable una reflexión sobre cómo evitar que la cuerda sea tan floja. Posiblemente Abengoa supere este trance y en ello tendrá que ver el talento que atesore como compañía y los talentos que sea menester reunir para administrar su deuda. Pero miremos más allá de Abengoa. Entre tanto discurso social andaluz, la situación nos ofrece la oportunidad de reivindicar que se hable más de la economía autóctona, de sus potenciales, sus dependencias y pendencias.
En la tierra de la añoranza de los cielos perdidos, no estaría de más pedir cuentas por otras pérdidas que nos condenan a los infiernos de las estadísticas de renta, desempleo o pobreza a pesar de los recursos con los que la naturaleza bendijo esta tierra. Nadie en la estática realidad sociopolítica andaluza cuida a los poetas que como profetas divagan sobre las cajas que perdimos o los fondos que fundimos o los humos que no vimos.
A veces parece que ese patrimonio perdido que estaba ahí para sentar los pilares de la tierra de la prosperidad se volatilizó por algún encantamiento indeterminado, por un instante de mala suerte o porque siempre nos pasa lo mismo. Las advertencias de los pocos críticos que en el sur han sido quedan tan escondidas entre las loas de lo cotidiano que ante estos accidentes graves la angustia nos embarga, lo poco que nos quede por embargar.