Juan José Borrero - NO NI NÁ

El dilema

No habrá paso adelante sin la garantía de una aclamación, cuanto menos la seguridad de que las matemáticas le son propicias

POR JUAN JOSÉ BORRERO

LA presidenta Susana Díaz habrá de resolver en breve el dilema, su dilema. Ser o no ser ante la calavera del partido en su coyuntura de dormir o soñar en el morir de sus oportunidades electorales. Dicen que existe una guerra abierta de liderazgo en el PSOE y que Susana Díaz encarna la alternativa a Pedro Sánchez en un momento clave en la historia de este partido político. A todo esto hay que añadir el factor tiempo, la urgencia a la que obliga el calendario para tomar partido en cuestiones como la gobernabilidad de España o la deriva ideológica de las siglas en función de las alianzas estratégicas que se acuerden; suficientes argumentos para valorar la trascendencia de cualquier decisión que se tome. La cuestión es si Susana Díaz dará el paso.

Entre la razón de mantenerse al frente de la Junta de Andalucía, como prometió cuando pidió en marzo el apoyo de los andaluces a su proyecto de «tiempo nuevo», y el sentimiento de partir hacia Madrid para dirigir al PSOE hacia nuevos horizontes se debate Díaz consciente de que se juega su futuro y de que dar un paso en falso le restaría categoría política. El riesgo está en partir. Díaz solo asume riesgos calculados y desafiar al secretario general y forzar un congreso para evitar que Sánchez pacte lo que Díaz no quiere, proyectándose como alternativa sin una hoja de ruta para los próximos años, sería convertir el dilema en desafío, algo que resulta tan espectacular como innecesario; como el reto que se trazó Philippe Petit en 1974 de atravesar sobre la cuerda floja la distancia que separaba las Torres Gemelas y que ahora podemos revivir en la película de Robert Zemeckis. Por eso no habrá paso adelante sin la garantía de una aclamación, cuanto menos la seguridad de que las matemáticas le son propicias y que no afectará a la estabilidad de su Gobierno andaluz, el que fortalece su liderazgo.

Apelar al espíritu de la Transición, como hizo la presidenta en su mensaje de fin de año, y reclamar diálogo no es compatible con negar el apoyo aunque sea indirecto a quien tiene por mandato de las urnas la responsabilidad de formar gobierno. Díaz lo sabe perfectamente, tuvo que esperar mucho para ser investida. Por eso, ante su dilema, la táctica es la paciencia, aguantar la presión, hacerse oír sin decir nada de lo que pueda arrepentirse, evitar que le señalen como factor desestabilizante del partido y confiar en que no tenga que jugársela si Sánchez comete el error de coger la pértiga, pisar la cuerda floja y creerse que puede llegar a gobernar... incluso a su partido.

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