28-F
La vida cotidiana cuando Andalucía votó su referéndum de autonomía
Cómo eran las costumbres en la semana del 28 de febrero de 1980 a través de los ojos de los periodistas de ABC
El ambiente estaba electrizado: una corriente autonomista, como un calambrazo , recorría Andalucía entera. Había colas para comprar tela -verde, blanca y verde- por metros con la que confeccionar banderas, pancartas y colgaduras. En la Palmera habían colgado una de lado a lado, entre dos farolas, firmada por los trabajadores de Obras Públicas. «Triana por Andalucía» rezaba otra en el viejo arrabal, los autobuses llevaban banderines en el techo y el Ayuntamiento y la Diputación ponían todos los medios para que los electores se acercaran a ejercer su derecho al voto.
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Visto con la perspectiva que dan cuarenta años, las expectativas estaban desbordadas ; y los medios para cubrirlas resultaron tan abrumadores que fueron desproporcionados. La vida pública estaba abiertamente descompensada a favor del sí en el referéndum y lo impregnaba todo como un magma verdiblanco capaz de galvanizar las ansias de dejar atrás los agravios y las frustraciones que el pueblo andaluz arrastraba, al menos desde principios del siglo XX cuando las terribles hambrunas en el campo.
Kunta Kinte, autonomista
UCD, el partido en el Gobierno, trastabilló con el movimiento autonómico andaluz que desbarató sus planes hasta el punto de que la emisión en Televisión Española -la única disponible- en hora punta de «Raíces» , el duro alegato contra la vida en esclavitud de los afroamericanos personificado en su protagonista Kunta Kinte en Estados Unidos, se convirtió esa semana del referéndum en símbolo de la conciencia del pueblo andaluz.
El 28 de febrero de 1980 cayó en jueves ; el domingo previo, en todas las capitales y ciudades importantes se celebraron carreras populares. En Sevilla, aunque se le llamó maratón -fue el germen de la prueba atlética que ha cumpido 36 años-, sólo se corrieron 13 kilómetros con meta en el parque de María Luisa. Tras la entrega de las medallas, sonó el himno de Andalucía .
Había una reivindicación constante de las señas de identidad regionales. ABC tenía un eslogan que usaba a pie de página para calzar publicidades: «Andalucía, región de la esperanza» . Y todavía se recuerda el de Radio Sevilla con el que era imposible no identificarse: «Andalucía es una tierra grande, hermosa, vieja y sabia. Siéntase orgulloso de ser andaluz» .
Curro y Paula, en Utrera
Al sábado siguiente del referéndum histórico, estaban anunciados en un festival taurino en Utrera Curro Romero, Rafael de Paula, Ángel Teruel, Macandro y Tomás Campuzano con la participación de Curro Durán como novillero y en el cine Apolo -donde después estuvo la sala de ensayos de la Orquesta Sinfónica- estrenaban, para el público infantil, «Los 3 supermen en la selva» , abracadabrante aventura que buscaba arañar el éxito de la película original de Christopher Reeve estrenada el año antes.
«Mamá cumple cien años», de Carlos Saura con Rafaela Aparicio en el papel estelar, representaba a España en los Oscar mientras «El crimen de Cuenca» de Pilar Miró se estrenaba con división de opiniones en la Berlinale. Claro que el éxito de la temporada era «Mad Max, salvajes de autopista» , que proyectaban entonces en dos cines desaparecidos: Emperador y Regina.
En la cartelería de la película rezaba un aviso que constituía, en la mentalidad de la época que bebía a tragos la libertad, un reclamo irresistible: « Primera película clasificada «S» exclusivamente por la violencia de sus escenas , que pueden herir la sensibilidad de los espectadores impresionables». Pero, ¿quién iba a ser el guapo de confesarse impresionable?
El cine del destape
Violencia y sexo eran las condiciones para ganarse la etiqueta de película «S» como «Cuentos eróticos» , que se anunciaba con este subtítulo: «El erotismo es una forma de pornografía vestida por Christian Dior»
Hasta el cine se tenía de reivindicación autonomista. En febrero de 1980 se estaba rodando «Se acabó el petróleo» , la comedia con Josele, Paco Gandía y Pepe da Rosa que se tomaba a chacota la crisis energética de la época. Eran los comienzos del cine andaluz. También en las cofradías se detectaba esa pulsión andalucista: el concejal de Cultura, José Luis Ortiz Nuevo , se iba a encargar el 19 de marzo del pregón de la Hiniesta.
Quinarios de Cuaresma
En la hermandad del Buen Fin, entre tanto, predicaba los cultos del quinario un franciscano arzobispo de Tánger que en cuestión de dos años se sentaría en la sede hispalense: fray Carlos Amigo Vallejo . Aquel lunes, el Cristo del Amor presidió el viacrucis de las hermandades de Sevilla, que este periódico ilustraba con una fotografía de Ángel Doblado .
La víspera del referéndum, Concha Velasco le ponía los cuernos a Sazatornil bajo la mirada escrutadora de Fernando Fernán Gómez en la comedia vodevilesca «Cinco tenedores» que se estrenaba en el teatro Cervantes.
Jamones de bellota
El comercio charcutero La Salmantina anunciaba ofertas para los bares: jamones cruzados a 319 pesetas el kilo, serranos a 399 pesetas, serranos belloteros con 18 meses de curación a 580 pesetas por kilo y, en la cúspide del ibérico aunque no se usara esa terminología, serranos belloteros con dos años mínimos de curación a razón de 699 pesetas (4,20 euros al cambio) por kilo, un auténtico lujo inalcanzable para amplias capas de la población puesto que el salario mínimo interprofesional estaba fijado en 22.778 pesetas al mes (136,9 euros). Darse el gusto de acompañar en avión al Betis al Bernabéu para el partido de liga del primer domingo de marzo salía por 6.995 pesetas (menos de cincuenta euros constantes).
Había algunos rasgos de la época que sólo pueden contemplarse con media sonrisa de indulgencia: un anuncio en el periódico ofertaba empleo de «vendedora locutora con carnet profesional para sala de bingo» . Esa España que despertaba a la novedad que magistralmente quedó retratada en la película que batió marcas de recaudación en la época: «Los bingueros» con la pareja Pajares-Esteso .
Educación y delincuencia
Pero también la fe ciega en la mejora de los niveles de instrucción pública como este anuncio moralizante del periódico: «En la culturización adecuada del niño se halla la mejor fórmula preventiva de la delincuencia» . Era la época de los quinquis , la droga empezaba a hacer estragos y una nueva generación de maleantes se ganaba la vida delinquiendo. Por eso, el periódico animaba a sus lectores en otro recuadro para calzar publicidades: «Denuncie el robo inmediatamente. Los primeros recursos son fundamentales y se olvidan con facilidad» .
El semaforazo se convirtió en una especialidad netamente local: una pareja a lomos de una moto se acercaba a un automóvil detenido ante el disco rojo, fracturaba el crital de la ventanilla con una piedra y se llevaba el bolso del acompañante a la vista. El de Su Eminencia con la avenida de la Paz se convirtió en un punto negro del viario sevillano. Al menos en eso estamos irremediablemente mejor que entonces.