REPORTAJE

Unos «pendientes» carísimos que permiten a Martina oír

Los padres de niños sordos en Andalucía se congratulan de la gratuidad de los implantes cocleares, pero se quejan de los cientos de euros que tienen que gastar en cables y baterías

Noelia oberva atenta como su hija Martina pinta en su cuaderno Raúl Doblado

M.Moguer

«Nos enteramos que Martina era sorda desde que nace», explica Noelia , su madre. La niña, que hoy tiene cinco años, corre y juega con su hermana, África , como cualquier niña de su edad. Lo único diferente son dos implantes dentro de su cabeza, uno sobre cada oído, y los audífonos que cuelgan de sus orejas . Unos «pendientes» que luce desde que cumplió un año y medio en la oreja derecha y desde los tres en la izquierda.

«Son de corazones» , explica ella orgullosa. Su madre encontró por Internet pegatinas que disimulan el triste color negro con el que los venden. Así, esta semana tienen pegados corazones morados , pero la que viene tendrán mariposas.

Al descubrir que era sorda, sus padres buscaron soluciones. «Nos dijeron que le pusiéramos unos audífonos carísimos . Nos costaron más de 2.000 euros», explica Noelia. Para nada. «Si es sorda profunda, para qué va a querer los audífonos. Además nos mandaban a un médico privado ».

La madre de Martina ha perdido ya la cuenta de lo que lleva gastado en los oídos de su hija. No le pesa lo más mínimo, pero es un esfuerzo para una mujer divorciada con dos hijas pequeñas. «Echa cuentas -dice- que las pegatinas son 20 euros, eso es lo más pequeño; los audífonos aquéllos fueron más de 2.000 euros , las visitas al médico privado, un dinero en cada consulta; luego están las piezas del implante ...» Ahí se enfada. «Es que es un dineral. Vale que los ponen gratis, pero lo que luego hay que pagar es mucho».

Noelia desgrana la factura: la bovina nueva son 500 euros ; cada cable, 67 euros. «Y cables se rompen mucho. Son muy finitos y Martina es una niña. ¿Cómo le digo yo que no juegue, que no salte, que no haga lo que hace su hermana? No puedo, es una niña y tiene que hacer todo eso», explica. Sigue sumando: la batería son 250 euros; el cargador, unos 300, el aparato antihumedad en el que se guardan los audífonos, 600 euros...

Noelia entiende que si la administración les pone los implantes gratis a los niños, luego no puede dejar a decenas de padres con la cuenta de los recambios . Como ella piensa Marcos Lechet , quien hace años creó una plataforma que pide que la sanidad pública no solo se haga cargo de los implantes cocleares, sino que también pague los cables, baterías y demás añadidos que «cuestan una fortuna».

Noelia, Marcos y otras decenas de padres se manifestaron la pasada semana en Madrid y entregaron al Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social 264.000 firmas para conseguir el pago completo del tratamiento , no solo del implante, que en Andalucía ya es gratuito para ambos oídos gracias a un decreto de la Consejería de Salud para todos los niños sordos de menos de siete años.

La madre de Martina explica que, hace años, a ella le costó mucho que le pusieran el primer dispositivo a su hija. « Tienen prioridad los ancianos y los adultos con problemas , no una niña con la vida por delante», se queja. «¡Y cuando le pusieron el primer implante, los otorrinos me dijeron que para qué los quería en los dos oídos!».

Convencida de que su hija debía oír como cualquier otro, se marchó a Granada , orientada por padres que habían pasado por lo mismo. Allí le pusieron el implante de la oreja izquierda , gratis, en un hospital público.

Un colegio adaptado

Noelia repite que su hija es una niña como otra cualquiera. Fue a una guardería pública, ahora va a un colegio público , donde tiene dos logopedas. Aún así, la lleva a otro especialista, aunque eso sí lo paga ella.

La niña, explica su madre, juega, salta y aprende sin darle importancia ninguna a sus implantes cocleares. «En su colegio hay siete niños así» , explica Noelia. «En Dos Hermanas -donde ellas viven-, hay colegios especializados en algunas dolencias. Está el de mi hija para implantados, hay otro para personas con autismo . No es que todos los alumnos lo tengan, pero hay varios alumnos así y eso ayuda».

Mientras Noelia cuenta su historia, Martina lleva un rato dibujando una mariposa . Como las de las pegatinas que sabe que llevará la semana que viene en sus implantes cocleares. No puede esperar a que su madre se las ponga para poder enseñarlas a sus amigas y su profesora, Mari Carmen .

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