ENTREVISTA
«Es triste oír cómo los niños cuando empieza una situación de maltrato se ponen a ver la televisión»
Entrevista con Adela García Barreiro, fiscal de Violencia contra la Mujer
Madrileña, reside en Huelva desde 1998, donde ejerce como fiscal delegada de Violencia contra la Mujer. Por su labor en este campo, el pasado miércoles recogió el Premio Menina instaurado por la Delegación del Gobierno en Andalucía. Considera que se han dado pasos importantes, pero que aún queda mucho camino por recorrer.
-¿Se va por el buen camino para combatir esta lacra social?
-Los que estamos implicados en esta materia hacemos todo lo que podemos. Lo que pasa es que todavía faltan muchos medios económicos de ayuda a la mujer, y falta mucha concienciación de la sociedad, porque cualquier mujer puede ser víctima de la violencia de género. Y algo fundamental es la educación. A los jóvenes no estamos llegando, y aunque la Ley de Protección Integral establece que la educación en igualdad es obligatoria en todos los niveles, hay que incidir más. Y sobre todo hay que insistir más en ayudar a la víctima y a sus hijos, no centrarse en el proceso judicial y en obtener una sentencia. Luego esa mujer debe tener unos medios para seguir adelante con sus hijos. Y esos niños necesitarán una terapia porque han estado sufriendo directa o indirectamente una situación de maltrato. Queda mucho por andar, pero no paramos.
—¿Qué queda por hacer?
—Es un tema muy difícil. Al entrar en juego los sentimientos, muchas veces es la propia víctima la que nos cuesta más trabajo que colabore con nosotros. Tiene una especie de relación total de subordinación y de dependencia respecto del hombre. La violencia se produce en el domicilio, no hay testigos de esas agresiones, y la violencia psicológica es muy difícil de probar. Hay que concienciar de que es necesario ayudar, pero a veces ocurre que el amigo o el vecino que se mete por medio, luego se vuelve en contra de él y no quiere volver a cooperar. Es muy complicado. Y por eso hay que insistir mucho. Las cosas se consiguen a base de perseverancia, de concienciar, de educar y de dar medios.
—¿Cuáles son los principales avances que se han producido?
—Jurídicamente muchísimo. Antes la mujer iba de un juzgado a otro, peregrinando. Había un juicio de faltas y se salía con una multa de 30 euros para él, o con un castigo para ella, porque se establecía entonces el arresto domiciliario, que tenía que aguantarlo en casa 24 horas. Es el único tipo delictivo en el cual dejábamos al delincuente en la calle y a ella la privábamos de libertad metiéndola en una casa de acogida con los hijos. Pero todavía queda mucho, porque de lo contrario no tendríamos que estar hablando del problema.
—¿Qué papel deben interpretar los medios de comunicación?
—No tanto el de informar cuando se produce una muerte, sino el de prevenir y el de formar. Que no juzguen a la víctima. Es muy fácil decir desde fuera que la han matado, pero es que ha retirado la denuncia. Los medios de comunicación tienen una labor muy importante.
—¿El Pacto de Estado que se está fraguando en el Congreso de los Diputados llega tarde?
—Yo creo que nunca es tarde cuando se intenta paliar este problema. Este pacto es muy bueno. Que se podrían haber hecho las cosas antes o mejor, pues como todo en la vida. Pero creo que es una materia en la que siempre ha habido uniformidad. Y hemos mejorado mucho porque hay especialización. Hay que fomentar eso y que cada vez haya más unión. Que no se hable solo de lanzar mensajes contra la violencia de género en noviembre. Hay que hacerlo siempre, todos los días, porque debe ser una labor constante.
—¿Está de acuerdo con que la Junta incluya por ley nuevas formas de violencia de género, como la trata de mujeres, el matrimonio forzado o la ablación?
—Creo que era necesario. Somos Europa y eso está recogido en el Convenio de Estambul. Y evidentemente el matrimonio forzado o la ablación son formas de maltrato directo a la mujer por el hecho de serlo. Me parece muy acertado. También la protección a los hijos. Es triste a veces oír cómo los niños están tan habituados que cuando empieza la situación de maltrato se aíslan, se ponen a ver la televisión. Conviven con eso igual que ven dibujos animados. Para mí es un gran logro proteger a los hijos.