Trabajar en el mundo rural de Andalucía: con el coche a cuestas todo el día

Médicos, profesores y sacerdotes que tienen que cubrir variaspoblaciones de forma itinerante relatan su día a día de trabajo

La enfermera María Elena álvarez y la doctora Patricia Calvo EFE

ROMUALDO MAESTRE

Cada uno de ellos sabe tanto de su oficio como de la carretera , viven en ella. Tienen que controlar las evaluaciones, la presión arterial o las fechas de los bautizos, pero también el dibujo de los neumáticos o el próximo cambio de aceite . Son jóvenes profesionales que han elegido o no les ha quedado más remedio que tener que trabajar de forma itinerante en varios pueblos. A todos les une un fuerte vínculo, la vocación .

La directora del Colegio Público Rural Alto Genal Ana Álvarez Rivera es muy explícita y toma una frase de su antecesor para ponernos en situación: «Esto es como un colegio normal con seis clases y entre cada una de ellas hay un pasillo de cinco kilómetros». El colegio abarca seis pueblos del Valle del Genal, cerca de Ronda, Alpandeire, Faraján, Júzcar, Cartajima, Pujerra y Parauta . Entre todos 42 alumnos. Hay aulas rurales como la de Faraján con tres niños. Cuando se le pregunta a Álvarez Rivera si hay un mínimo para establecer una clase, responde que la Consejería de Educación no suele poner problemas con esto. «En Cartajima antes de la campaña municipal de repoblación llegó a tener dos chavales , ahora hay seis, aunque dos hermanos rusos acaban de irse», explica la profesora.

Cinco especialistas

Cada aula tiene un tutor, y profesores especialistas, a saber, en música, religión, francés, inglés y educación física. Estos van rotando de forma itinerante. « El que más kilómetros hace -afirma Álvarez-, es el de Educación Física, da clase de dos horas en cada localidad». De los 12 profesores contratados casi todos son jóvenes e interinos, «están muy motivados, todos son voluntarios y cuando vinieron sabían que su trabajo no sería fijo», aclara la directora del Alto Genal, aunque entiende que si encuentran otra plaza más cerca de su familia abandonen el valle . «Tenemos una profesora que es de Antequera y todos los días tiene que hacer hora y media de ida y otro tanto de vuelta hasta Pujerra », justifica.

Ana Álvarez lleva cinco años como maestra definitiva en el mundo rural «y no lo cambio, podría concursar para Ronda, pero prefiero el trato personalizado con pocos alumnos , conocemos a los padres y familiares de los niños, no existen apenas conflictos y tres veces al año organizamos un encuentro de todos los pueblos en el que el colegio paga el autobús de los que no tienen coche». Se siente privilegiada con los recursos con los que cuenta «muy por encima de la media de otras escuelas rurales, tenemos pizarra digital , internet y teléfono en cada una de las seis aulas».

La confianza del paciente

Patricia Calvo pasa diariamente consulta en tres pueblos diferentes del municipio de Loja, en Granada . Esta joven es una de las pocas médicas al frente de un consultorio rural itinerante. Patricia, que reclama el reconocimiento social a una labor de gran esfuerzo básicamente recompensada por la confianza del paciente, es admirada por compañeros y respetada por sus pacientes, por una historia de pura vocación. «Podía haberme quedado en un centro de salud de Granada pero he preferido ejercer mi profesión en una zona rural» declara convencida. Sin embargo, el caso de Patricia no es lo habitual. «La dispersión geográfica, el aislamiento, la falta de accesibilidad y medios hacen que este trabajo no sea un destino atractivo para los médicos », comenta.

Calvo lleva algo más de un año en el consultorio rural de Riofrío, a mitad de camino de Málaga y Granada, y pasa consulta en los núcleos de Cuesta la Palma y Fuente Camacho , en el límite con la provincia de Málaga. «Hace un año que nos instalaron un ordenador en el consultorio de Fuente Camacho y nos ha facilitado mucho el trabajo», precisa. La joven galena sabe que trabajar en el medio rural tiene sus inconvenientes. «Hay zonas donde no tienes cobertura y si ocurre una urgencia tienes que desplazarte para llamar al Centro de Salud o a la ambulancia ». Otra de las limitaciones que se encuentra es la ausencia de farmacias en estos núcleos. «El farmacéutico abre la botica mientras que dura la consulta para después transformarse en una tienda de ultramarinos» añade.

Tras trabajar un tiempo en urgencias hospitalarias , Calvo defiende que la medicina rural es la única que permite una atención integral, personalizada y familiar.

Escuela rural del Valle del Genal ABC

En el otro extremo del municipio, José Luis Rodríguez pasa consulta en el núcleo de Ventorros de San José y La Fábrica , a una hora de camino también de su puesto de trabajo. Rodríguez afirma que la diferencia de un médico rural del resto es que «sabes la hora de comienzo de tu jornada pero no cuándo acaba» y que el hecho de que el punto de urgencias más cercano esté a media hora del pueblo obliga a que en caso de una urgencia permanezcas allí hasta que se resuelva» y «la dispersión geográfica y atención domiciliaria relajan aún más los horarios». Opina que «en un consultorio local se trabaja más en equipo porque estamos solo dos ; el enfermero y el médico». En estos lugares, el consultorio es como la plaza del pueblo, el «punto de encuentro del vecindario» excediendo su función puramente médica. La gente en los pueblos continúa manteniendo la confianza en su médico de cabecera, si bien «hay que saber ganarse al enfermo», apunta. Rodríguez aclara que «aunque cuenten con un menor cupo de pacientes que en la ciudad, un importante número de estos son crónicos por lo que se requiere un mayor tiempo y atención ». Ambos médicos rurales coinciden: «La medicina rural es mucho más enriquecedora y te facilita una atención más personal e integral», informa Yolanda Aguilera, de la agencia Efe.

José Ángel Romero tiene 33 años y cuatro parroquias a su cargo: las de Cala, Arroyo Molino de León, Zufre y Santa Olalla de Cala, en la Sierra de Aracena, Huelva. Los domingos empieza su primera misa a las once para acabar la última por la tarde. «El Evangelio es el mismo para todos, pero cada pueblo tiene un mensaje distinto que yo tengo que adaptar, un matiz, un subrayado para acomodar el mensaje de las Sagradas Escrituras», especifica Romero. «E n una parroquia puede haber una persona mayor que esté enferma, en otra un joven sufre por temas de trabajo, cada lugar tiene palabras distintas, perdón, paz, dependiendo de la realidad», continúa el joven sacerdote. «Pueblo pequeño, infierno grande, es un chascarrillo medio en broma medio en serio que se dice entre los compañeros sacerdotes», sonríe Romero, «pero hay que tratar que la gente te conozca y tú a ellos, no se le pueden decir frivolidades a la gente, la Iglesia tiene que estar con todo el mundo pero sobre todo con los más necesitados, los más chicos dentro de su grandeza».

Cuando se le pregunta a este joven sacerdote sobre su horario laboral responde que «los curas somos curas 24 horas, pero no solament e yo por abarcar varios pueblos , sino todos, te pueden llamar en cualquier momento para una extrema unción, aunque lo habitual es que lo hagan de día», concluye.

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