La crisis del PSOE andaluz

Susana Díaz convoca un mitin... a puerta cerrada

Cierra el curso con su grupo parlamentario obviando la tormenta interna que están provocando dos corrientes críticas, Hacer más PSOE e Izquierda Socialista

La reunión del grupo parlamentario socialista para el cierre del curso político en la Cámara Vanessa Gómez

Stella Benot

Como si nada hubiese pasado... al menos de cara a la galería. Susana Díaz ha convocado esta semana a su grupo parlamentario de manera presencial como cierre del curso político. Era la primera vez que se veían las caras después de que estallase públicamente la crisis política en el seno del PSOE andaluz, con la reunión de la secretaria general con los diputados a Cortes y de la tensa reunión de la Ejecutiva Regional del 13 de julio tras cuatro meses de silencio. Durante la grave crisis sanitaria la lideresa socialista se ha prodigado poco con su grupo parlamentario, ni siquiera de manera telemática.

Es más, muchos de sus diputados —por supuesto los más críticos con su gestión— fueron obligados a delegar el voto en el portavoz y no sabían ni lo que votaban en los plenos que se han convocado desde mayo para validar los decretos que aprobaba el Gobierno de Juanma Moreno.

Hay un dato revelador. El grupo socialista es el único que no ha rotado entre sus diputados en esta nueva normalidad en la que el salón de plenos no está al completo, sino sólo con una parte del aforo. En el resto de formaciones políticas, sus señorías han ido acudiendo a los plenos por turnos; en el PSOEse ha optado porque siempre estén presentes los mismos.

Susana Díaz había convocado a sus diputados, a esos que ella misma situó en las listas electorales en las últimas autonómicas, a puerta cerrada. La prensa no podía entrar ni siquiera a la primera parte, al «pregón» de la lideresa como sucede en otras ocasiones. ¿Por qué? No hay explicación oficial ni oficiosa porque el discurso de Susana Díaz fue un mitin político . Un resumen de los mensajes que había venido trasladando la dirección andaluza durante toda la semana: la remodelación del Gobierno andaluz, la vuelta a las aulas, la preocupación por los rebrotes, y el estado «lamentable» de la sanidad y la educación pública. Pero nada más aparte de las cuestiones técnicas de votaciones para el último Pleno del curso político.

Un mitin casi en formato clásico aunque a puerta cerrada. Y sin debate porque los diputados críticos tampoco tomaron la palabra en un ambiente distante. Susana Díaz cubrió el expediente pero no hizo ni una sola mención a los movimientos internos que hay en el seno de su partido ni tampoco cumplió con el compromiso que había hecho con los diputados a Cortes de fomentar el debate interno y cambiar la estrategia de la oposición para desgastar al Gobierno. «Eso será para septiembre» decía de rondón el portavoz José Fiscal .

La dirección socialista actúa como si no existiesen las dos corrientes críticas más fuertes, que no las únicas, «Hacer más PSOE», que lidera en Sevilla la exalcaldesa de Castilleja de la Cuesta Carmen Tovar acompañada por excargos orgánicos y con peso en el PSOEsevillano, e Izquierda Socialista. El número dos del partido en Andalucía, Juan Cornejo, les lanzó un órdago en público (¿calculó mal?) y animó a los críticos a dar la cara. Una «invitación» que se tomaron al pie de la letra. Desde «Hacer más PSOE» advertían que están trabajando en construir una alternativa a las actuales direcciones regional y provincial, que están «agotadas».

Según la versión de esta corriente —que está conformada por quienes dieron sus avales a Susana Díaz para ser primero lideresa del partido en Sevilla y luego en Andalucía— «han confundido el silencio responsable de los militantes y las agrupaciones».

Izquierda Socialista , otra de las corrientes críticas con más adeptos, lanzaba graves acusaciones «El PSOE de Susana Díaz se ha convertido en una oligarquía , en la que sólo se tiene en cuenta la opinión de un reducido grupo de cargos orgánicos relegando el derecho de la militancia (más de 48.000 personas) a ejercer el control político».

Las críticas de ambas corrientes, y de muchos cargos públicos del partido, se centran en la «parálisis» en la que está el partido: las agrupaciones están cerradas, sin actividad; no hay debates internos ni propuestas políticas; los alcaldes y concejales son un enorme activo desperdiciado... «Dicen que debemos callarnos porque así favorecemos a la derecha», explicaba un diputado a ABC. «Ninguno somos sospechosos precisamente de ello. La que más la beneficia es Susana Díaz».

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