REACCIONES
El secreto del éxito del Belén de la Sentencia
Valeriano García, uno de sus creadores, descarta su continuidad por «el elevado coste humano» y porque perdería su carácter «excepcional»
El belén napolitano de la hermandad de la Sentencia ha sido, sin duda, una de las sensaciones de la pasada Navidad . Desde días antes de que se diera a conocer el primer premio por parte del jurado, las colas de público ya alcanzaban dimensiones considerables. Una espera que mereció la pena para los visitantes, que salían maravillados de la Ermita de la Alegría .
Este éxito ha sido recibido con agrado por sus creadores, el decorador cordobés Valeriano García Domenech y el anticuario José Luis Rey . En el caso del primero, confiesa que «esperaba que gustase, pero no estaba seguro de que lo entendieran bien porque aunque los belenes napolitanos están en auge, la gente está acostumbrada a lo tradicional».
Para conocer esta historia de este Nacimiento hay que echar la vista atrás, al menos ocho años, tras recibir sus creadores el encargo de la restauración del belén de la Casa Ducal de Medinaceli . Desde entonces, han viajado cada vez que han podido a Nápoles para seguir incrementando su colección de imágenes.
Las más de cien figuras que forman parte de esta magnífica composición pertenecen, además de al decorador y al anticuario, a Ángel Aroca, a Federico Almagro y a Manuel Portillo . Precisamente en casa de este último surgió la idea. «Todos los años nos juntamos para merendar y siempre hablábamos de, en vez de montar cada uno su belén, montar uno conjunto, y así lo hicimos», relata García Domenech.
Un montaje que reconoce que ha sido «muy duro y sacrificado, ya que comenzamos a trabajar en ello en el mes de octubre y finalizamos a principios de diciembre». Además, se trata de un trabajo «altruista y de alto coste humano» , que ha sido posible «gracias a la colaboración de muchos amigos y conocidos». A pesar del éxito obtenido, el decorador apunta que « ha sido algo excepcional , si lo hiciéramos todos los años dejaría de ser especial, aunque tampoco cerramos la puerta a encargos que nos puedan hacer en el futuro».