CELEBRACIÓN

El primer voto en defensa del dogma de la Inmaculada

En el libro de reglas de 1672 de la cofradía de los Santos Mártires aparece documentada la petición a sus hermanos

Reliquias de los Mártires en la Catedral ARCHIVO

R. C. M.

El 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX proclamaba el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María en su bula «Ineffabilis Deus» . Es decir, que la Virgen María fue preservada por Dios del pecado desde el mismo instante de su concepción. Por ello, es tradicional la celebración de esta festividad religiosa entre los cristianos.

Desde el siglo XVII hubo peticiones de la proclamación del dogma, sobre todo debido a la devoción suscitada entre los fieles a lo largo de los siglos. Las distintas órdenes religiosas e instituciones universitarias la defendían y difundían su doctrina . España , además, tuvo un relevante papel a favor del dogma.

En Córdoba , también existen precedentes en las hermandades que defendieron la doctrina a través del voto inmaculista . El reportaje «Tesoros de papel» del cofrade Antonio Varo , publicado en la revista Pasión , recogió que «los cofrades de los Santos Mártires hacen voto, ya en el año 1672 según su libro de reglas, en defender la Inmaculada Concepción de la Virgen María ». Por tanto, la «hermandad de los Santos Mártires y de San Pedro » sería la primera cofradía en la ciudad que tiene documentado por escrito la petición a sus hermanos de un voto público de fe.

Así, el tercer capítulo del libro de las reglas fundacionales exigía a sus aspirantes a cofrades que hagan «voto de tener, creer y enseñar que la serenísima Reina de los Ángeles, Madre de nuestro Redentor Jesucristo, Dios y Hombre verdadero , en el primer instante de su ser natural fue concebida sin el común contagio de la culpa original, entendiendo este soberano misterio en el verdadero sentido que la Santa Iglesia Romana lo entiende y en la misma forma que lo tiene recibido con resignación humilde a los decretos sobre este punto expedidos, y que en otro algún tiempo expidiere».

La hermandad sevillana del Silencio lo había exigido a sus hermanos ya en 1615, hasta la sangre, «pero muy pocas hermandades de Córdoba lo tienen documentado en la misma centuria», recogió Varo en su escrito.

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