Pedro Sánchez sí convence al electorado andaluz y Cs consigue adelantar al PP
Debacle absoluta de los populares, que no capitalizan haberse hecho con la Junta
Resultado de las elecciones generales en Andalucía
El PSOE vuelve a ganar las elecciones generales en Andalucía . Y doblando en número de escaños a la siguiente fuerza política. En otros tiempos, un arranque de crónica así podía ser casi un lugar común. Ahora deja de serlo. En junio de 2016 los populares fueron capaces de derrotar por primera vez a Susana Díaz y contribuir, de una manera decisiva, a la victoria de Mariano Rajoy. Pero sobre todo, en diciembre pasado los socialistas se dejaron en la gatera el número necesario de votos para que se produjera un histórico vuelco en el gobierno de la única autonomía que no había conocido en toda su historia a otros gestores que los del partido del puño y la rosa. El mismo que con el recuento de ayer no tardará en volver a exigir como suyo el trono de San Telmo .
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Es la primera lectura clara de los resultados de ayer. Los andaluces no han premiado, en absoluto, al máximo denominador del autollamado «gobierno del cambio» constituido en febrero. El escrutinio ha sido extraordinariamente amargo para la formación que ostenta la presidencia de la Junta . No es ya sólo que el PP de Juanma Moreno deje en la mitad su representación en el Congreso, al que manda sólo once diputados frente a los 23 que fue capaz de conseguir hace escasamente tres años. Sobre todo, es que los populares pasan a ser tercera fuerza política. Ciudadanos , con los mismos escaños, le supera en algo más de 20.000 votos.
El desastre , que se podía intuir en las provincias de tradicional voto socialista, se extiende a los que desde hace décadas vienen siendo feudos populares. Ni el litoral resiste. En Málaga cae a la tercera posición. Y en Cádiz a la cuarta. En las dos únicas capitales andaluzas que siguen bajo su control (Málaga, tercera fuerza; en Almería pierde por primera vez en muchos años frente al PSOE) los resultados son igualmente calamitosos. Y dejan con las piernas temblando a sus actuales alcaldes, que en un mes tendrán que pelear por su reelección y ya sólo confían en su marca personal para poder revalidar el cargo. En las capitales de Cádiz y Huelva los populares quedan cuartos. Su único consuelo, que el apoyo andaluz, del 17,15%, es medio punto superior al cosechado a nivel nacional y que suben en votos (23.000 más) que con respecto a las andaluzas que terminaron dándole la manija del Gobierno.
El bloque de centro-derecha , en global, también sale lastimado del envite de ayer, con la única salvedad de Ciudadanos. Más en escaños que en sufragios (hay empate técnico en número de votos entre ambos bandos).
Si bien Vox envía a Madrid a sus primeros seis diputados, las expectativas que había puestas en el partido de Abascal tras su abrupta irrupción en el Parlamento andaluz y el llenazo continuo de sus mítines hacían augurar una mayor subida. Clave resulta que a esta formación es a la que más caro le ha salido el escaño. Con sólo 40.000 votos menos que Unidas Podemos , tiene tres representantes menos. Un dato que demuestra que la fragmentación de la derecha le ha terminado pesando de una manera determinante.
De nuevo a la izquierda
El electorado andaluz , por tanto, vuelve a desplazarse a su secular marco ideológico de izquierda. La convocatoria del PSOE para que no volviera a producirse lo de diciembre pasado ha surtido efecto. Aunque con cierta moderación, pues su incremento porcentual es sólo de tres puntos frente a los más de seis que el nacional.
Pero sí patrimonializan los socialistas el aumento de la participación con respecto a junio de 2016. Y mucho más importante si tenemos en cuenta la pasada cita de las autonómicas , 14 puntos más de votantes que entonces. Unidas Podemos vuelve a caer y queda con sólo nueve diputados.
Pedro moviliza; Díaz no
Y aquí viene la otra gran lectura de la noche de ayer. ¿Capitalizará Susana Díaz los resultados? Aunque lo intentará, difícilmente podrá sacar pecho de la victoria. El regreso del electorado andaluz por sus tradicionales fueros será interpretado, paradójicamente, como un nuevo golpe en su línea de flotación. ¿Por qué? Muy claro. Hace sólo unos meses, ella no fue capaz de movilizar a los andaluces. Sánchez sí lo ha conseguido. Entonces, ella justificó el inopìnado castigo a su figura como teledirigido. La culpa era del inquilino de La Moncloa y sus veleidades con el nacionalismo catalán. Ahora, con los mismos temas nacionales en el centro del debate, su partido ha ganado. En Ferraz la algarabía no tiene un único motivo.