POLÍTICA

El pacto PSOE-Ciudadanos en Andalucía, un «matrimonio» muy llevadero

Tras un año de acuerdos, ambas formaciones están satisfechas de los resultados

Susana Díaz y Juan Marín se saludan en el Parlamento

STELLA BENOT

ni en sus mejores sueños imaginaba el PSOE un socio igual en la Junta y mucho menos después de la experiencia que habían vivido tanto con el Partido Andalucista como con Izquierda Unida. Susana Díaz gobierna en solitario, dirige la Junta (y el BOJA) con total libertad, sin intromisiones ni presiones ajenas. A cambio, ha perdido dos votaciones importantes y nada menos que sobre los funcionarios en el Parlamento andaluz —con la consiguiente tormenta interna—, ha tenido que hacer concesiones económicas con las que no contaba, y ha soportado una comisión de investigación sobre los cursos de formación, un mal trago aunque, hasta la fecha, no ha tenido consecuencias muy nefastas.

Eso además de haber sido el brazo ejecutor del final de la carrera política, con deshonra, de Manuel Chaves y José Antonio Griñán, un pecado cuyas últimas consecuencias están todavía por determinar.

Pero poco más. Ciudadanos, quizás por desconocimiento quizás por la estrategia orquestada desde Barcelona, se conforma con algunos gestos, con que sea visible que representan «otra manera de hacer política» que no quiere sillones ni cargos, «sino mejorar la vida de los andaluces», una coletilla que Juan Marín repite como un mantra después de cada iniciativa que presenta.

Según las propias cuentas que hace Ciudadanos, firmaron 69 puntos de acuerdo con el PSOE para hacer presidenta a Susana Díaz de los cuales ya se han cumplido 22, más del 30% y sólo durante el primer año de mandato. «Hemos logrado que las cosas cambien después de 35 años» es otro de los argumentos base que los diputados de la formación naranja esgrimen cada vez que se les pide una valoración de la situación.

A cambio de la comodidad que disfruta el Gobierno andaluz —hay socialistas que comentan que Juan Marín da a Susana Díaz menos problemas que Mario Jiménez, su portavoz parlamentario— Ciudadanos se arroga los éxitos políticos ante el silencio del PSOE. Son, quizás, unas nuevas reglas de juego entre socios que ha traído consigo la nueva política.

Así, Marín asegura que gracias a ellos no hay corruptos en la Junta, que gracias a ellos se han reducido los impuestos (IRPFy Sucesiones) y que hay más dinero para autónomos, además de crear plazas de profesores y sanitarias. Y, por supuesto, que gracias a ellos se ha creado la comisión de investigación de los cursos de formación.

Mucho, muchísimo para Ciudadanos pero apenas unas migajas para el PSOE que estaba acostumbrado a tener que negociar «a cara de perro» sobre asuntos ideológicos complejos como la renta básica, el banco público o la ley de memoria democrática. Los naranja son mucho más liberales y se centran, sobre todo, en hitos en política económica.

Los socialistas hacen una valoración exitosa de este primer año de acuerdo entre ambas fuerzas políticas. Al margen del balance legislativo, «ha sido la Legislatura más fecunda desde el comienzo de la autonomía» decía el portavoz del Gobierno, lo importante es el político. Susana Díaz se presenta como la líder que garantiza la estabilidad política, que es capaz de lograr el acuerdo y el consenso que demandan los ciudadanos. Y, encima, cuadrando el círculo, dejando al margen a Podemos, el principal enemigo del PSOE, que es sólo una fuerza minoritaria en la oposición por más ruido que genere.

Otro de los secretos de este pacto son las relaciones personales. Susana Díaz y Juan Marín mantienen relaciones cordiales, corteses y poco más. Cada uno tiene su propio público y a él se deben. Por eso los desaires de la presidenta al líder naranja cuando surgen puntos de fricción —que algunos ha habido, sobre todo en las votaciones del Parlamento— no erosionan un acuerdo de conveniencia. El factor personal lo aporta el vicepresidente Manuel Jiménez Barrios, que ejerce de gaditano (chiclanero en su caso) igual que Juan Marín (de Sanlúcar de Barrameda).

Las aguas bajan, pues, muy mansas y así parece que seguirán a menos que Susana Díaz decida finalmente irse a Madrid tras el 26J. Entonces, habrá que volver a negociar.

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