Un sector hiper regularizado

El Ministerio de Trabajo endurece la inspección cuando menos extranjeros hay en el campo

La agricultura ya fue un salvavidas económico en la crisis de 2008 y repite ahora en la del coronavirus

Temporera en un campo de fresas onubense EFE / Julián Pérez

Romualdo Maestre

La instrucción del Ministerio de Trabajo para que los inspectores endurezcan sus preguntas en el campo en busca de una supuesta «esclavitud» se produce en el momento en que menos temporeros extranjeros hay, precisamente. Así lo señalan los especialistas en la materia, que indican que si normalmente en España se contratan más del 50% de estos en una horquilla que va entre los cien mil y los ciento veinte mil para todas las campañas agrícolas, en esta que aún no ha acabado no habrá ni un 10%.

A la mayoría de los que vienen a España les ha pillado con el país cerrado, sin poder entrar. Sólo han podido trabajar los que ya estaban dentro antes del 21 de abril cuando se cerró el espacio Schengen o los residentes habituales en las zonas agrícolas que por tener cosechas intensivas durante todo el año, con hasta cuatro recogidas, como se produce en la zona de Almería y algunas de Huelva, viven allí de forma regular. En la campaña de la fresa, aunque han faltado 11.000 manos de obra este año , tampoco se les ha echado de menos por el cierre del sector hostelero. Además, esta fruta es muy perecedera, con lo cual, si se espaciaba la compra en el supermercado se estropeaba y no era rentable.

Desde las organizaciones agrarias insisten en que los convenios colectivos, firmados con los sindicatos, son muy estrictos y están regulados desde el número de horas que tienen que hacer al día dependiendo del producto que recojan, el salario que cobran a la hora o por el desgaste de sus herramientas si son propias. «Muchas veces quieren traspasar al campo los problemas de orden público que son de las comunidades autónomas o los municipios», aseguran desde estas organizaciones que explican cómo está la situación en Andalucía. En las zonas de costa hay un problema de residencias , los precios son muy caros para ellos y muchos viven en asentamientos, como ocurre en Huelva en torno a los campos de fresa, Mazagón, Lepe, etc. Eso no existe en Jaén, donde hay muchos albergues para los temporeros del olivar. En Almería están más asentados y comparten viviendas.

Colchón para los humildes

El campo, en contra de lo que podría parecer, ha servido como colchón para muchos trabajadores en el paro por el coronavirus como lo fue también en la crisis de 2008. Desde las organizaciones agrarias señalan la cantidad de personas locales apuntadas para las recogidas de cosechas. E incluso de españoles residentes en el extranjero, jóvenes sobre todo, que trabajaban en el sector servicios y que han regresado aprisa y corriendo en cuanto han echado la persiana.

Ahora mismo, en la organización agraria Asaja, por ejemplo, cuentan con una bolsa de trabajo con 121.000 demandantes de empleo. No habrá empleo para todos. Las labores agrícolas dejan mucha liquidez para los que la necesiten, ya que muchos empresas pagan semanalmente.

La suspensión de ferias y las fiestas de Semana Santa ha dejado a mucha gente humilde sin ingresos. El hecho, también, de que con el Covid-19 se permita el cobro del PER sin el límite de las 20 peonadas máximas , ha incrementado el número de demandantes. Esta medida, en principio sólo vigente hasta junio, podría ampliarse hasta después del verano.

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