Andalucía
Un millón de andaluces no podrá soportar la llegada de otra crisis
Cáritas alerta de que, a pesar de la mejora de los índices de exclusión social, la precaridad se consolida y empeora la situación de los más pobres
El informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en Andalucía que ayer presentó Cáritas es un grito a la conciencia dormida de una sociedad confiada en la salida de la última crisis económica y un varapalo a las instituciones al confirmar que no se ha recuperado el gasto social y que han errado en sus políticas dirigidas a equilibrar las diferencias sociales.
Los datos ponen de manifiesto que la evolución de los niveles de integración social de los andaluces han mejorado con respecto a los años de la crisis económica, –Andalucía es la sexta Comunidad con peores registros, con Cataluña y Valencia por delante– y es la región en la que más disminuye la exclusión social severa con respecto a los últimos cinco años en España, aunque las personas más pobres pierden más renta en Andalucía que en el resto de España. Pero en este tiempo también se ha consolidado la precariedad, mientras la sociedad se vuelve más individualista, aplica la lógica de mercado como referente de sus decisiones y aumenta la desconfianza en lo político, apunta el informe.
Un millón y medio de andaluces (18,6% de la población)sufre exclusión social y un sesenta por ciento de sus hogares son «pobres». De estos, algo más de la mitad siente la exclusión en un grado severo, y más de 300.000 pertenecen a lo que Cáritas llama los «expulsados», ya que acumulan tal cantidad de problemas y dificultades que han sido descartados y amortizados por una sociedad que está asumiendo como natural esa realidad y considera que poco puede hacer por cambiarla.
Estas cifras pueden multiplicarse significativamente ante la previsible llegada de otra crisis económica o por cualquier contratiempo personal porque hay un millón de andaluces que están hoy encuadrados en la «sociedad integrada» pero se encuentra en «el filo de la navaja», en la antesala de la exclusión, salvando mes a mes el coste de los servicios básicos, «viendo como se debilitan los lazos que le unen a la sociedad de las oportunidades mientras se indignan porque la sociedad segura se desentiende de sus problemas», refería ayer Raúl Flores, secretario técnico de la Fundación Foessa, autora del informe.
Y es que convivimos con la exclusión a veces sin advertirla. Un 41 por ciento de los hogares en exclusión social se encuentra en ciudades con más de 100.000 habitantes y el 85 por ciento de los hogares en situación de exclusión residen en barrios «en buenas condiciones».
El desempleo sigue siendo el principal argumento relacionado con la exclusión social en Andalucía, cuya tasa de paro del 23 % es de las más altas del país y se mantiene diez puntos por encima de la registrada en 2007, antes de la crisis. Basta repasar algunos datos del informe para calcular la trascendencia del problema. Un diez por ciento de la población vive en hogares donde todas las personas activas sufren el desempleo y el 27% de las personas que viven en hogares con al menos una persona desempleada no ha realizado ninguna formación ocupacional en el último año.
Trabajadores pobres
Tener un empleo no garantiza la inclusión social. El 12% de los trabajadores andaluces en activo se encuentra bajo el umbral de la pobreza. Salir cada día a trabajar no le asegura unas condiciones de vida mínima para sus familias. Uno de cada tres contratos temporales dura menos de siete días, y 6,5 trabajadores de cada 10 sufre un situación de contratación parcial indeseada. La situación empeora para la mujer: necesitará trabajar 1,5 horas más al día para ganar lo mismo que un hombre. Si es inmigrante, serán dos horas.
El perfil más frecuente de hogar andaluz en exclusión es el sustentado por un hombre de 45 a 64 años, de nacionalidad española, con hijos a ca rgo, con bajo nivel de estudios y en búsqueda de empleo.
Afortunadamente, a diferencia de otras zonas de España, la vivienda no es tan determinante en Andalucía como factor desequilibrante de exclusión social. Aun así, 226.000 personas viven con la incertidumbre de quedarse sin vivienda, un 5 por ciento del total de la población recibe aviso de cortes de suministros básicos por falta de pago y el 9 por ciento se sitúa en el umbral de la pobreza severa una vez que descuenta cada mes los gastos y deudas relacionados con el pago de la hipoteca o el alquiler y los recibos de los suministros de su hogar.
Los hogares con menores y jóvenes siguen siendo donde se acumulan los mayores porcentajes de exclusión
El 18 por ciento de las familias numerosas y el 26% de las monoparentales se encuentra en exclusión social, según el informe de Cáritas, que alerta del riesgo de aumento de la exclusión en menores, que afecta ya a casi uno de cada cuatro menores de 18 años en Andalucía. Los hogares con menores y jóvenes siguen siendo los grupos donde se acumulan los mayores porcentajes de población en situación de exclusión, lo que dificulta salir del bucle de la desigualdad. «Nacer y criarse en un hogar con escasos bienes materiales e ingresos reducidos aumenta las probabilidades de instalarse en el pantano de la vulnerabilidad y duplica la probabilidad de no terminar la Educación Secundaria Obligatoria y por tanto el riesgo de exclusión», refiere el informe realizado a partir de 667 encuestas en hogares andaluces, que equivale a una población aproximada de 1.800 personas.
A pesar de la situación, el gasto en prestaciones sociales en Andalucía es «notablemente inferior al del Estado», ya que en el caso de la Renta Mínima, por ejemplo, en el conjunto de España llegan al 33% de las personas en pobreza severa, mientras en Andalucía solo al 19%, un dato «sonrojante» a juicio del presidente de Cáritas Andalucía Mariano Pérez de Ayala , para quien los datos «obligan a una respuesta efectiva de la sociedad en general y debe ofrecer un nuevo enfoque a las políticas sociales de las instituciones».
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