TESTIMONIO
Un profesor maltratado: «‘Te voy a matar’, me dijo antes de abrirme la cabeza»
Un docente cuenta el calvario que ha pasado tras el episodio violento que protagonizó una alumna inadaptada
Una alumna amenazó de muerte a Javier. Le agarró del brazo y le insultó en medio del recreo. Le dio un puñetazo delante de todos los alumnos y le abrió la cabeza con un teléfono . Todo porque Javier —nombre ficticio de un docente que quiere mantenerse en el anonimato— recriminó a la chica por saltarse las normas del centro donde da clase. Ahora Javier tiene que volver a dar clase en ese centro y la alumna ni ha pagado la multa ni ha sufrido las consecuencias de lo que hizo.
Todo se remonta a hace varios cursos. Entonces este docente estaba vigilando el patio cuando se percató de que una alumna se saltaba las normas. Una cuestión leve por la que la reprendió. La niña, problemática, corpulenta, agresiva, se encaró con él. Empezó a insultarle. «Te voy a matar, conozco a tu familia», le dijo al profesor. Javier no se lo podía creer y le ordenó que le acompañase al despacho del director. Y llegó lo peor.
«Me agarró del brazo y me hizo daño. Ahí ya me paré y le dije que iba a llamar a la Policía». La niña enloqueció al oír la palabra «denuncia». «Justo cuando saqué el móvil para llamar y conseguí decirle a la Policía que estaba habiendo una agresión me dio un puñetazo fortísimo en la boca. Después cogió un teléfono que estaba sobre la mesa, uno de esos pesados antiguos y me abrió la cabeza con él».
La Policía Nacional ya ha llegado
Entonces intervino un compañero del centro, que gritó que la Policía Nacional había llegado al centro, para asustar a la menor. Eso salvó a Javier de seguir siendo golpeado. «La chica salió corriendo y me dejó», recuerda.
«Con la cabeza sangrando y la boca partida me dijeron los compañeros que me fuera inmediatamente al centro de salud a que me vieran —rememora Javier— y me tuvo que escoltar la Policía al médico y luego a mi casa porque tenía miedo».
Le ofrecieron cambiar de centro, pero solo duró dos años
Primero fue la agresión física. Después a Javier le llegó la agresión moral. Le ofrecieron cambiar de centro, pero solo duró dos años. Después tuvo que volver a la escuela donde la agredieron y a enfrentarse a los amigos de la chica agresiva porque, además, le dieron el mismo grupo. Alguna vez hasta se encuentra a la chica agresora por la calle. «Ha venido al centro alguna vez. Yo llamo a la Policía pero me da miedo», explica . Este profesor, que está en tratamiento psicológico por culpa de este episodio, se queja del trato que le ha dado desde la administración.
«En Educación somos iguales hombres y mujeres, ambos sufrimos agresiones, pero debería haber una ley como la de violencia de género para protegernos de los alumnos agresivos . ¿Cómo quieren que siga dando clase aquí?», razona este docente.
La sensación de Javier es de que la chica ha salido completamente impune de la agresión. «Me da un puñetazo, me amenaza de muerte, me abre la cabeza y solo la condenan a una multa y a ir unos meses a terapia con un psicólogo», dice indignado.
«Por supuesto, no ha pagado. Ella dice que es insolvente y los padres también, claro». Lo peor es que a él sí que le ha costado el dinero, además del disgusto. Pagó hasta por el tratamiento que le pusieron en el centro de salud cuando llegó allí sangrando por la cabeza y un ataque de nervios. También por los peritos que llevó al juicio, el tratamiento psicológico...
Y luego están las frases que ha tenido que escuchar de los responsables de Educación: «Si no sabes llevar una clase es problema tuyo»; «Eso te pasa porque no lo has sabido controlar». «Educación no quiere que se sepa de las agresiones a los profesores —se queja— y te dejan solo». Desorientado, con miedo y bajo tratamiento psicológico, este profesor pone el acento en lo mal que lo han hecho con él desde la Consejería. «Mis compañeros, genial. Y la Justicia. Pero la Junta...».
Tan abandonado se siente este docente que pide mil veces ocultar sus datos, cambiar su nombre. De hecho su historia se ha reconstruido gracias a varios testimonios. Pero queda en su relato lo esencial: el miedo y la soledad de un docente al que una alumna pegó hasta abrirle la cabeza solo por hacer su trabajo.
Noticias relacionadas